Cómo un legendario momento de Allen Iverson en las Finales NBA unió a dos niños separados por 8000 kilómetros

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Más de 8000 kilómetros separan Buenos Aires de Charlotte, North Carolina.

El 6 de junio del 2001, esa distancia se volvió insignificante, gracias a un partido.

Fue esa noche que un chico de 10 años en Buenos Aires y otro de siete en Charlotte, se encontraron fijos frente al televisor, observando lo que sucedía en Los Angeles: el Juego 1 de las Finales de la NBA, entre los Philadelphia 76ers y Los Angeles Lakers.

Casi 20 años después, este partido clásico, y su jugada más inolvidable, siguen sirviendo para unir a esos chicos.

Esta es la historia de como el básquet conectó por primera vez a Juan Estévez y Gilbert McGregor de NBA.com, mucho antes de que supiéramos que un día trabajaríamos juntos.

Antecedentes

Juan Estevez: Como mucha gente nacida en los '90, mi primer contacto con el básquet fue a través de Michael Jordan y los Chicago Bulls. Para ser sincero, siendo de un país como Argentina donde el fútbol es el primer, segundo y tercer deporte nacional, MJ era la única opción que teníamos en relación a la NBA. Los chicos argentinos eran fanáticos de Jordan y los Bulls o directamente no seguían el deporte.

Yo me encontraba en el primero de esos grupos.

Si tuviera que resumir mi visión de la NBA como un niño de ocho años, sería algo así: una liga en la que Jordan y sus amigos juegan contra diferentes oponentes cada semana. No veía a los equipos como pares de Chicago.

Eran los Bulls contra el resto.

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Era casi como un show televisivo, donde los buenos se enfrentan a un nuevo villano cada semana.

Así que cuando Jordan anunció su segundo retiro, literalmente lo sentí como el final de la liga. O del show. Recuerdo intentar ver a los Bulls en un par de partidos de la 1998-1999, solo para descubrir que ninguno de mis héroes estaban ahí.

No estaba Jordan. No estaba Pippen. No estaba Harper. No estaba Kerr. Ni siquiera Phil Jackson.

Me rendí después de dos semanas. Y con eso, me desconecté completamente de la NBA.

No tengo absolutamente ningún recuerdo de haber visto los Playoffs de 1999 o el 2000. Cero, en blanco.

Y entonces llegó el 2001.

Gilbert McGregor: Nací en mayo de 1994, 10 meses antes de que Jordan volviera de su primer retiro.

Mi padre trabajaba como periodista para los Charlotte Hornets y como resultado de eso, el básquet era lo único que conocía en mis primeros años.

O eso pensaba.

Conocía los nombres de las grandes estrellas: Jordan, Patrick Ewing, Shawn Kemp, Dikembe Mutombo. Podía identificarlos y hablarte sobre ellos.

Cuando tenía cuatro años, los Hornets se enfrentaron a los Bulls en las Semifinales del Este de 1998 pero honestamente, no entendía mucho de lo que estaba pasando. Solo me acuerdo de un Charlotte Coliseum colmado y un público cautivado por Jordan, en lo que sería su última temporada como un Chicago Bull.

No fue hasta el nuevo siglo, que realmente empecé a entender lo que pasaba.

Para el 2001, seguía siendo fan de todas las estrellas: Kobe Bryant, Vince Carter, Tim Duncan y Allen Iverson, por ejemplo.

Pero aún así, eran los Hornets (y Baron Davis) por encima de cualquier otro.

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Así que cuando las Finales del 2001 llegaron, seguía molesto porque mis Hornets habían perdido el Juego 6 y 7 de las Semis del Este ante los Milwaukee Bucks.

Estaba seguro que podríamos haberle ganado a los Sixers o a los Raptors. Nosotros debimos haber estado en esas Finales.

Estevez: No vi nada de las series anteriores. O si lo hice, no tengo recuerdo alguno de ellos. Pero las Finales fueron una historia diferente.

Me acuerdo de estar en el living de mi casa en Buenos Aires, con Rodolfo, hermano de mi hermano (perdón, no encuentro una manera más precisa de definir nuestra relación familiar). Era tarde, luego de la cena y estábamos solos. Rodolfo y yo. Él seguía en la mesa, yo más cerca del televisor, en el piso. La TV estaba puesta en ESPN, como casi siemrpe, teniendo en cuenta nuestro fanatismo por el deporte (en mi caso, solo fútbol por aquel entonces).

El 6 de junio del 2001, aparentemente dos equipos llamados Philadelphia 76ers y Los Angeles Lakers estaban por empezar a jugar por el título NBA. Hasta esa noche, prácticamente no conocía nada concreto de esas franquicias ni de sus jugadores. Podía hablar de los Bulls y de sus rivales en las Finales, los SuperSonics y el Jazz. Conocía a Stockton, a Malone, a Payton y a Kemp. Pero poco podía decir de Iverson, Shaq o Kobe.

Al menos no hasta que empezó aquel partido.

McGregor: Enojo de lado, tenía que mirar. Después de todo, eran las Finales NBA y además, dos de mis ídolos estaban por salir a la cancha: Kobe y AI.

Naturalmente, debía elegir el bando antes de que comenzara la serie y en mi lógica de chico de siete años, mi adoración por Kobe me llevó a escoger a los Lakers. También ayudaba que estaba 100% seguro de que iban a ganar. Tenía ganas de celebrar con los ganadores, una vez que terminara la serie.

¿Mis padres? Eligieron a Philly, mayormente por su apreciación del entrenador Larry Brown

Ahí vamos. Miércoles por la noche. Vacaciones escolares. La canción de la NBA en NBC empieza a sonar y estoy en mi living, preparado para festejar y molestar a mis padres por haber elegido erróneamente a los 76ers.

En mi mente, esto estaba por ser una barrida. Estaba equivocado, pero ey... tenía siete años.

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Estevez: Tuve la suerte de que mi reencuentro con el básquet haya sido en una noche en la que Allen Iverson estuvo en el pico de su carrera.

Si AI no hubiera jugado de la manera que lo hizo en ese Juego 1, quizá mi vida no sería igual.

Llevo trabajando en el básquet como mi profesión principal los últimos ocho años y he formado grandes amistades en esos trabajos. Hasta me enamoré en un programa de radio de básquet.

La mayor parte de las cosas que soy, las puedo rastrear hasta esa noche y esa actuación increíble.

Pero claro, no fueron solamente los 48 puntos los que me hicieron automáticamente un fanático de Iverson (y de los Sixers). Si ese fuera el caso, quizá podría haberme fijado en ese gigante llamado Shaq, quien terminó con 44 puntos y 20 rebotes.

Fue Iverson mismo el que atrapó mi atención. No solamente su juego.

Su peinado, su manga, la casaca negra, los pantalones holgados, la velocidad, la altura, los tatuajes, su manejo de balón. Para mi, con 10 años, era la definición perfecta de lo cool.

Había encontrado a mi nuevo MJ. La NBA, y el básquet, estaban vivos nuevamente.

McGregor: Ahora que lo pienso, la decisión de elegir a los Lakers fue un poco más difícil de lo que lo hice lucir.

Como la descripción de Juan lo indica, AI era mucho más grande que un jugador de básquet.

En ese Juego 1 usó las Reebok Answer IVs. Yo había recibido la versión azul de ese calzado para la Navidad, pero desafortunadamente crecí antes de poder usarlas lo suficiente. Tenía el NBA 2K y el NBA 2K1 con Iverson en la portada. Incluso quería sus trenzas, pero mi madre no me dejó. Pensando lo ridículo que hubiera lucido, probablemente haya sido para mejor.

Pero la manga... hombre, parece que todos los jugadores la usan ahora, pero en ese momento... era un fenómeno.

Mi primo y yo planeábamos cortar medias largas para recrear ese look. Era algo que no habíamos visto nunca antes.

#Iverson

Dicho esto, aún así elegí a quien creía serían los ganadores. Vamos, ¡llevaban dos meses sin perder!

Así que por supuesto me puse algo nervioso cuando el juego no empezó como esperaba. Philly tomó la ventaja en el segundo cuarto y no miró atrás durante un buen tiempo. Llegó a ganar por 15 puntos en el tercer período.

Una vez que LA remontó, fue un buen partido. Y mientras se acercaba el final, mi esperanza como un chico de siete años era ver un tiro ganador. No me importaba de qué equipo. Después de todo, era una serie al mejor de siete.

Incluso me acuerdo con mayor nitidez el tiro para ganar que falla Eric Snow en el cierre del último cuarto, que cualquier otro lanzamiento de ese encuentro. No fue un mal tiro.

Pero bueno, al tiempo extra.

Y ahí AI haría lo inolvidable.

La jugada

Estevez: Aunque me acuerdo del partido en si, mentiría si digo que puedo recordar las diferentes anotaciones de Iverson específicamente. Con la excepción de dos.

Y curiosamente, ocurrieron en un tramo de un minuto.

Recuerdo celebrar el triple de Iverson que adelantó a los Sixers por 101-99 a falta de 1:20. Y por supuesto, la jugada de la noche: el tiro sobre Tyronn Lue para prácticamente sellar el triunfo.

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McGregor: LA llevaba dos meses sin perder y ahora que el juego se había ido a suplementario, no pensé que eso fuera a cambiar.

Los Sixers habían perdido su chance.

Pero descarté al MVP de la liga demasiado temprano.

Los Lakers tomaron ventaja de 99-94, antes de que los Sixers cerrasen el juego con una racha de 13-2, liderada por Iverson y... ¿¡Raja Bell!?

Como una rápida nota aparte, me acuerdo de lo frustrado que estaba con la inexactitud del NBA 2K1. Iverson estaba en la portada, pero era imposible encontrar a Bell en el juego. Esto fue mucho antes de poder actualizar los planteles, así que tuve que crear a Bell en el juego yo mismo.

Que Bell haya anotado el lanzamiento para empezar la reacción, la hace aún más interesante.

Raja tuvo una conversión crucial, pero fue AI el que terminó decidiendo la historia. A pesar de la fatiga y la defensa intensa de Lue, encontró una manera.

El tiro. Y su caminata por encima. Hombre, me acuerdo de lo asombrados que quedamos todos por ver a AI con esa demostración, confirmando que aún cuando Lue le puso las cosas difíciles, no iba a detener a Allen Iverson.

48 puntos. Sorpresa en el Juego 1.

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Estevez: Siguiendo con mi visión naive del deporte como un evento con buenos y malos, esa noche veia a Ty Lue (no a Shaq o Kobe) como el villano principal. Tenía una altura y un peinado similar, pero claro que no era Iverson. Era simplemente alguien tratando de detener a mi jugador.

Y durante un tiempo, tuve éxito con ello.

Lue fue una peste en defensa. Estuvo siendo una sombra de cada movimiento de Iverson, negando el balón, forzando pérdidas y malos tiros. Los tres puntos (con 1-5 de cancha) que el número 3 anotó en el último cuarto, mayormente defendido por Lue, así lo confirman.

Por eso, cuando AI no solo anotó ese tiro, sino que luego pasó por encima de un caído Lue, lo vi como el final feliz de la película. El héroe había prevalecido. Los buenos iban a ganar.

Así como Jordan y los Bulls siempre lo hacían.

Impacto

Estevez: Ese partido, esa actuación y especialmente esa jugada, me engancharon al básquet nuevamente. Y nunca lo abandoné.

Claro que hubo otros factores, como el nacimiento de la Generación Dorada (apenas un mes después de ese Lakers-Sixers, me pegué a la pantalla para ver cada partido del Premundial de Neuquén, donde empezó a formarse aquel gran equipo).

Pero antes que Manu, antes que Scola, antes que Nocioni, estuvo Iverson. Todo (re)inició con AI.

Aunque los Sixers perdieron los siguientes cuatro partidos, contra uno de los rivales más dominantes de la historia, siempre asociaremos esas Finales con Iverson pasando por encima de Lue. Fue probablemente el momento más icónico de uno de los grandes íconos del básquet NBA de los 2000.

No creo que haya una liga más global que la NBA y el hecho de que dos chicos que disfrutaron del mismo partido, distanciados por miles de kilómetros, hoy trabajen juntos en el mismo proyecto, demuestra exactamente eso.

McGregor: Aquí estamos. Debido a mis antecedentes y por como gravité hacia el juego desde pequeño, sabía que quería seguir ligado al básquet una vez que terminó mi carrera de jugador. Poder cubrir la liga con la que me crié es un sueño hecho realidad.

En el 2020, tanto Juan como yo trabajamos intensamente para ayudar el crecimiento del mismo deporte que nos unió hace 20 años.

Increiblemente, nos tomó una sola conversación para darnos cuenta de ello.

Hablando con Juan, recordó su fanatismo por Jordan y como fue captivado por Iverson en el 2001.

Mis ojos se abrieron cuando escuché sus recuerdos de aquellas Finales e inmediatamente me trasladé a ese miércoles por la noche, en la casa de mis padres.

Mientras hablamos de nuestra historia con el deporte y por qué gravitamos hacia él, la descripción de Juan de la importancia de este partido en su vida, inmediatamente me hizo volver a donde estaba mientras sucedía.

Esas experiencias y sentimientos compartidos son parte de la belleza del básquet.

Que una vez hayamos estado unidos a más de 8000 kilómetros, es un recordatorio de lo fuerte que puede ser este juego.

Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.

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Juan Estevez Photo

Juan es productor de contenido en las ediciones en español de The Sporting News.