Chris Webber quiso jugar con Shaquille O’Neal y Kobe Bryant en Los Angeles Lakers antes de ir a Sacramento Kings

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Chris webber Shaquille O’Neal

Chris Webber es recordado como uno de los mejores ala-pivotes de la era dorada de la posición. Cuando Dirk Nowitzki, Tim Duncan, Kevin Garnett, Pau Gasol o Amar'e Stoudemire combatían entre sí, además del propio Webber, y con los finales de carrera de leyendas como Charles Barkley o Karl Malone. Y de todos ellos, Webber es posiblemente el menos recordado por el gran público. Fue la estrella de los atractivos Sacramento Kings de inicios de siglo, aunque la historia pudo ser muy diferente si hubiese jugado con Shaquille O’Neal en Los Angeles Lakers.

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El himno de aquellos Kings que tan cerca estuvieron de la gloria era el repetido “Beat L.A.". Webber era su icono y terminó siendo, con diferencia, el mejor jugador de su historia. Sin embargo, en 1988, antes de ser traspasado a Sacramento, quiso jugar para ellos. Su preferencia era salir traspasado a los Lakers.

"Querían desterrarme a Sacramento", contó Webber en una reciente charla con The Athletic. "Eso es lo que fue (el traspaso desde los Warriors)".

Webber comenzó su carrera de forma fantástica con los Warriors, ganando el Rookie del Año de 1994. Pero la franquicia le traspasó tras ese mismo curso a los Washington Bullets, equipo de menos poder mediático y de escasas posibilidades de ganar en el corto plazo. Aun así, el ala-pivote ofreció un nivel sensacional durante sus cuatro años allí (20,9 puntos, 9,7 rebotes, 4,4 asistencias) y vivió el cambio de nombre de 1998, cuando cambiaron el Bullets por Wizards.

Pese a ser la estrella por rendimiento, la franquicia catalogó a Webber de "problema dentro y fuera de la pista", lo que produjo su traspaso en mayo de 1998, nada más terminar el curso. Fue enviado a los Kings, equipo que no había conseguido récord positivo desde el año 1983. Todo el mundo del deporte entendió lo mismo: era un destierro deportivo.

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Webber y su agente querían el traspaso a los Lakers, pero desde Washington ni siquiera consideraron la opción de premiarlo así. Además, el interés de Sacramento era enorme en hacerse con un jugador de su calidad. Jerry Reynolds, referencia de la organización tanto como ejecutivo como entrenador, tenía claro lo que suponía Webber para los Kings.

"Era un jugador que venía a cambiar la franquicia", cuenta Reynolds, que hizo de comentarista en muchos de los partidos de Webber. “Tuvimos un par de equipos de Playoffs, pero nunca un equipo ganador. Cuando llegó Webb, y ciertamente otros también, él era el mejor jugador e hizo que los Kings tuviesen a un top 10 de la liga, de los All-Star de primera línea. Mitch (Richmond) era uno de los 15 mejores jugadores de la competición, pero Webb estaba entre los 10 mejores, si no más. Cambió la dinámica y la cultura de la organización".

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Richmond era el más claro ejemplo de lo que ocurría con las estrellas de los Kings. El escolta, seis veces All-Star, cinco All-NBA, Rookie del Año (1989) y MVP del All-Star Game (1995), que ganaría el título de campeón en su última temporada con un rol residual en Lakers (2002), solo tuvo una aparición con Sacramento en Playoffs pese a estar allí entre 1991 y 1998. Firmó guarismos de 23,3 puntos, 4,1 asistencias y 3,7 rebotes (40,4% en triples) en sus siete cursos con los Kings. Sin embargo, sigue siendo recordado por el gran público por el "Run TMC" junto a Tim Hardaway y Chris Mullin. Tuvieron enorme impacto, pero duraron juntos dos años.

¿Sería Webber otra gran estrella perdida entre los problemas internos de los Kings? No disponían de la calidad ni de las estructuras como para ser candidatos. Tampoco tenían el respeto de la liga pese a ciertos equipos de Playoffs que tuvieron. Y es que, antes de la llegada de Webber, y quitando sus primeros e ilustres años como Rochester Royals (título en 1951), desde que pasaron a ser Kings (1972) acumularon 7 apariciones en Playoffs en 26 temporadas.

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Webber no quería ir a los Kings. Él quería unirse a los emergentes Lakers de Shaquille O’Neal, que había dejado Orlando para firmar un lucrativo contrato con ellos. Estaba el competitivo Rick Fox. Quería ser entrenado por Phil Jackson, el mítico entrenador de los Bulls de Michael Jordan. Y asomaba la cabeza el primer y descarado Kobe Bryant, que imitaba en formas a MJ. Webber deseaba ser un Laker, brillar en Hollywood y convertirse en un icono de la cultura popular.

"Estaba convencido de que iba a haber un traspaso de Elden Campbell, Eddie Jones y Nick Van Exel por mí", contó Webber a The Athletic. "Quería ir allí. Ellos tenían más presión para ganar campeonatos".

Chris Webber and Rick Adelman, Sacramento Kings

Pero los Wizards preferían desterrarlo y los Kings hicieron un gran trabajo para convencerle. "Sabemos que quieres ir a los Lakers, pero te queremos y te necesitamos y vamos a ganar contigo". Ese era el mensaje que transmitían Rick Adelman, el entrenador, y Geoff Petrie, el General Manager. Fue clave el trato de Adelman, que supo utilizar las palabras justas para persuadir a la figura.

Después, en los entrenamientos coincidió con Vlade Divac, uno de los fichajes en Agencia Libre más destacados de la historia de la franquicia; con el desconocido Peja Stojakovic, cuyo talento le llevó a terminar cuarto en la carrera por el MVP de 2004 por detrás de Garnett, Duncan y Jermaine O'Neal; o Jason Williams, impredecible, díscolo y muy parecido a Webber en cuanto a filosofía.

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"Definitivamente no era solo yo, era la gente que estaba alrededor, todos trabajamos duro", confiesa Webber. "En mi vida, esto fue una prueba más de que Dios caminaba conmigo".

Webber quiso cambiar la forma de trabajar de la franquicia. No era solo ser un equipo de Playoffs, era ser considerados élite del Oeste en una época en la que Spurs, Lakers o Jazz eran fuerzas sobrenaturales. Y hubo asuntos que no pudo tolerar si le querían allí, como la vez que vio a un empleado del equipo vistiendo una camiseta de David Robinson cuando los Spurs estaban en la ciudad para jugar contra ellos.

"Eso fue malo, hombre", recuerda Webber. “Tuve que dar una charla a la organización”. Era un cambio total para hacer algo más que ganar partidos.

Chris webber Shaquille O’Neal

Así, los Kings se transformaron en un equipo de recuerdo que se clasificó para Playoffs durante ocho temporadas consecutivas, todas ellas, con Adelman en el banco. Sin embargo, su techo fueron las Finales del Oeste de 2002, cuando estuvieron muy cerca de alcanzar las Finales ante New Jersey Nets. Su verdugo fueron los Lakers en un mítico Juego 7, Lakers que después barrieron a los Nets de Jason Kidd (4-0) para lograr el título.

Fueron los angelinos, ese mismo equipo al que Webber quiso unirse en 1998 para ser un icono, quienes terminaron con su mejor oportunidad de anillo. Si Chris hubiese liderado a los Kings al campeonato, sería recordado por el gran público como uno de los más grandes y su historia formaría parte del imaginario colectivo. Del destierro, a la gloria. Sin embargo, fueron los Lakers, con Kobe y Shaq, quienes se impusieron. Y en un universo alternativo, Bryant, Webber y O’Neal hubiesen formado el trío para someter la NBA durante al menos un lustro. No fue así, aunque ese exilio planificado de los Wizards le convirtió en lo que es hoy, un miembro del Salón de la Fama del baloncesto e icono principal de una franquicia.

Desde su espectacular año de novato hasta su última temporada de All-Star con los Kings, Webber promedió 22,2 puntos, 10,2 rebotes, 4,4 asistencias, 1,7 tapones, 1,5 robos y un 49,4% en tiros de campo en 38,3 minutos, entre los años 1993 y 2003. Tras aquello, las lesiones dinamitaron su producción cuando cumplía 30 años, aunque todavía pudo firmar notables temporadas con los propios Kings y los Sixers, donde dio sus últimos minutos de importante calidad. Se retiró con 34 años en la 2007-2008 con los Warriors, el equipo donde comenzó todo.

Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.

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