El proyecto de Indiana Pacers que firmó su final antes de descubrir todo su potencial

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"Puede que el básquet se inventase en Massachusetts, pero está hecho para Indiana". Esta frase del mítico entrenador Bobby Knight es solo una del amplio número de citas sobre el básquet y el estado de Indiana. La pasión por la pelota naranja, por los Hoosiers, convierte esta región de menor poder mediático en un reducto del deporte. Un lugar donde la idea inicial es diferente.

El lema reza, no en vano, que "en 49 estados es solo básquet, pero esto, esto es Indiana".

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De equipo competitivo en el presente, joven e inlcuso con margen de mejora, los actuales Indiana Pacers quedan todavía lejos de competir por el anillo. Falta algo. El recién estrenado All-Star de Domantas Sabonis, la decepcionante involución de Myles Turner y el regreso de Victor Oladipo marcan la actualidad de un equipo que poco más puede pescar en la Agencia Libre para mejorar su plantel.

Aunque se intuye que falta ese paso diferencial hacia construir un verdadero candidato al título, en Indiana hace no mucho contaron con un proyecto cuyas miras estaban en lo más alto. Rozaron la gloria, incluso se vieron como favoritos. Parecía solo el comienzo de algo mucho más grande y, sin embargo, se hundieron antes de alcanzar su máximo potencial

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"Ese equipo tenía una de las mejores químicas con las que he estado", recordaba Frank Vogel a finales de 2019. "Honestamente, si hubiésemos regresado evitando la marcha de Lance (Stephenson) y Paul (George) no se hubiese lesionado, con LeBron (James) dejando Miami siempre he pensado que hubiese sido nuestro año. Al menos podríamos haber llegado a las Finales”.

Puede que Vogel tenga razón, aunque en retrospectiva y como si fuera una ucronía resulta más sencillo. Lo cierto es que hubo un tiempo en que estos Indiana Pacers fueron la corriente más mainstream de una Conferencia Este en la que reinaban los Miami Heat de LeBron James, un equipo moderno y de ritmo vertiginoso. Nada que ver el uno con el otro.

Vogel tomó las riendas del equipo a mediados de la 2011-2012 tras el despido de Jim O´Brien. Tras el desastroso 17-27 de un entrenador que jamás pisó los Playoffs con los Pacers, el 20-18 de Vogel sabía a gloria. Era la primera versión de sus Pacers, una en la que la estrella todavía era el Danny Granger previo a las lesiones y con Mike Dunleavy, Brandon Rush o Josh McRoberts jugando importantes papeles en la rotación. Además de un rookie Paul George cuyo papel era todavía secundario.

La 2011-2012 supuso el primer salto. Granger comenzó sus problemas físicos, pero consiguieron salvar sus ausencias con la suma del veterano David West a la pareja inicial con Roy Hibbert. También incorporaron a George Hill vía traspaso desde San Antonio (en un movimiento en el que enviaron las elecciones de Kawhi Leonard y Davis Bertans, ambas del Draft 2011) y así redondearon un potente cinco inicial.

Darren Collison, George, Granger, West y Hibbert, más Hill de sexto hombre. Faltaba alguna pieza más de banco, pero la lilusión estaba renovada. Tampoco necesitaban muchos alicientes en Indiana para animarse.

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La recompensa llegó en forma de resultados y reconocimientos. Indiana terminó 42-24 la temporada del cierre patronal, derrotaron a Orlando en Primera Ronda y presentaron batalla ante un Heat a la postre campeón (4-2). Gregg Popovich sumaba su segundo COY (Entrenador del Año) y Tom Thibodeau y el propio Vogel cerraban el podio.

En toda la NBA se hablaba de Indiana como uno de los equipos jóvenes más peligrosos. La dupla que formaban Granger y PG en las alas amenazaba con ser la mejor de la liga en sus posiciones, mientras que West y Hibbert eran una de las parejas interiores más duras. El potencial era elevadísimo para un equipo que jugaba un básquet serio y que parecía estar a otro nivel competitivo del que les tocaba. En un solo año habían avanzado una barbaridad.

Es por eso que los problemas graves de Danny llegaron en el peor momento. Ya en la pretemporada Vogel tuvo que sentarse con George para pedirle un paso más aquel curso. Granger terminaría jugando solo cinco encuentros y requerían puntos de su joven alero, que no decepcionó.

All-Star en su tercera temporada y acompañado de un fenómeno muy particular como Hibbert, quien a sus 25 años era capaz de dominar tramos de partidos con una facilidad pasmosa, mientras en otros desaparecía, apenas sumaba números y quedaba en un segundo plano. La presencia del siete pies era terrible para ciertos equipos, y cuando aparecía de verdad era todo un tormento.

Terminarían 49-32 y Vogel se mantuvo en las listas del COY, quinto. El episodio más destacado llegaría en Playoffs, cuando después de tumbar a Atlanta en Primera Ronda sorprendieron a unos New York Knicks convencidos de estar a la altura de Miami. Fue la infame serie de JR Smith tras ser Sexto Hombre del Año, la que firmaría el inicio del fin del último proyecto serio de la Gran Manzana.

Contra todo pronóstico, Indiana pisaba Finales del Este. Y, contra mayor creencia, forzaban un Juego 7 que puso al Heat del Big Three contra las cuerdas. Miami tuvo que mostrar su mejor versión, con un épico primer partido que terminó en prórroga y que definió una excelente pizarra con engaño de Erik Spoelstra.

Y por supuesto, la salvaje volcada de George sobre Chris Andersen. "Estamos viendo el nacimiento de una estrella" decían los comentaristas tras la salvajada de PG en el Juego 2. Tras el silencio del American Airlines, LeBron reanimaría segundos después con un triple lejano. El intercambio terminaba con un choque de manos tan simple como reconfortante. El reconocimiento mutuo.

El resultado de la serie y la temporada era una recompensa y una premonición a la vez. El equipo de Vogel estaba destinado a grandes fines y esa serie solo parecía el principio.

Frank Vogel

Apenas tuvieron verano. El bloque era prácticamente el mismo y la mayor parte del equipo de la 2012-2013 estuvo en Indiana hasta mediados de junio, para regresar a finales de agosto y comenzar los entrenamientos. Ni pedían ni querían descanso. Miami estaba entre ceja y ceja tras eliminarlos dos años seguidos y terminar ambos con el Larry O´Brien entre sus manos.

Larry Bird añadió piezas de banco como CJ Watson o Luis Scola, aunque el verdadero crecimiento tuvo lugar dentro del grupo ya formado. Un por entonces desconocido Lance Stephenson, jugador de cuarto año, venía de ser titular en la 2012-2013 tras la marcha de Collison. Lance mantuvo el papel de inicio y fue una de las sorpresas del año. Su carisma, defensa y juego todoterreno lo situaron entre los favoritos al Jugador de Mayor Progreso desde los primeros meses, además de considerarse una ausencia notoria en el All-Star Game de 2014.

El verdadero salto llegó de la mano de George. Si ya el curso anterior asistimos a su nacimiento, la 2013-2014 serviría de confirmación. Los planes del equipo pasaban desde el primer minuto por sus manos. Esa diferencia se notó en un aumento de casi dos tiros por noche y un uso de balón que creció del 23,5% al 28,3%. Tenía 23 años en uno de los bloques más orientados hacia la defensa de toda la competición: sus promedios de 21,7 puntos, 6,8 rebotes y 3,5 asistencias, junto a su desempeño atrás, eran ya de primer nivel. Las formas eran de jugador de élite.

"Tenemos una oportunidad en los próximos dos años para lograr el título", decía Vogel a NBA.com en ese momento. "Y vamos a ir con todo".

El equipo de moda

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Es aquí cuando Indiana saltó a la moda. Desde sus tres títulos en la ABA el mayor reconocimiento llegaba en forma de ser uno de los mejores de siempre sin anillo, de cuando liderados por Reggie Miller y entrenados por Bird, en 2013 GM, perdieron Las Finales del 2000 a manos de los Lakers de Shaq y Kobe. Así, el verano de 2013 los convertía en el equipo a seguir, y ellos querían quitarle la honrosa etiqueta de "mejores sin anillo".

"¿Has visto la web últimamente?" escribía el entonces columnista de IndyStar Bob Kravitz. “Los Pacers se han convertido en la elección de moda de los medios para desbancar a Miami este año".

Y quienes no seleccionaban a los Pacers como ganadores sobre Miami caían rendidos a su juego. Con tamaño, duros y agresivos. Una mentalidad "blue collar" vestida de dorado frente al lujo, el dominio mediático y las estrellas de Florida. Como el día y la noche. Y sorprendentemente muchos se quedaban con la segunda.

Los primeros meses de temporada fueron un auténtico rodillo. Esa es la palabra, rodillo. Destrozaban rivales, sometían desde la defensa y en ataque parecían encontrar siempre una opción sencilla. Medirse a su quinteto titular, considerado entonces el más fuerte de la NBA, parecía misión imposible. Marchaban 33-7 tras vencer a Golden State el 20 de enero, líderes del Este.

Es justo aquí cuando se rompió todo. Irónico, ¿verdad? No era solo que Indiana estaba mejor que nunca en su etapa con Vogel y cada año evolucionaban, sino que Miami mostraba más problemas que en ninguna de las temporadas desde la formación del Big Three. Las rodillas de Wade, el bajo nivel de Mario Chalmers, la edad de Birdman o Ray Allen, los cantos de sirena sobre una posible marcha de LeBron... Y fue justo ahí, en su mejor oportunidad, cuando el proyecto Pacer se rompió.

Indiana Pacers NBA Andrew Bynum

El 1 de febrero la franquicia anunciaba en su página web un fichaje: Andrew Bynum. Tras su breve pero intenso paso por Cleveland y su corte por los Bulls, el destino de Bynum parecía más controvertido que nunca. La mayoría de voces se refirieron a este fichaje como una ganga. No había nada que perder con un juego interior en el que estaban Hibbert, Mahinmi o Scola, pero el rédito de un Bynum centrado y físicamente a la mitad de sus prestaciones suponían un impuslo más en una hipotética serie contra Miami.

Al igual que el traspasao que firmaron días después. Bird decidía mover a un Granger fuera de rotación por todos sus problemas físicos y que con el crecimiento de George parecía olvidado. A cambio llegaba desde Philadelphia Evan Turner, un jugador que suponía un extra importante para el banco (venía con los mejores números de su carrera, 17,4 puntos, 6 rebotes y 3,7 asisencias) y que servía como red de seguridad ante la posible salida de Lance en verano.

La crítica deportiva tardó muy poco en evaluar los movimientos. Las notas fueron de notable para arriba. Bynum suponía una incógnita de bajo riesgo y el traspaso de Granger era dar a un jugador por desgracia roto por una pieza útil al corto y medio plazo. Y, aunque desde fuera no lo sabíamos, en el vestuario esos movimientos habían roto la magia. Nada sería igual.

Nadie entendió la presencia de Bynum, no como un ataque hacia el jugador sino a la decisión de la directiva. Algunos dirán que la desaparición de Hibbert se debe a la evolución de la NBA en los últimos años, a quedarse atrapado en ella; mientras otros harán referencia a sus problemas de confianza. Aunque bien podría ser la suma de ambos factores.

La llegada de Bynum perturbó a un desconfiante Hibbert, que no atravesaba su mejor momento. Cuentan las malas lenguas que tuvo problemas personales con Paul George sobre las mismas fechas. El pivote se hundió y promedió unos tristes 9 puntos y 5,2 rebotes en el resto de temporada.

Evan Turner

El traspaso por Turner implicaba dos asuntos. Por un lado la marcha de Danny Granger, que pese a no jugar era fundamental en el vestuario; y por otro algo similar a lo sucedido con Hibbert, Lance Stephenson jamás comprendió ese fichaje y desde entonces se mostró desconcertado. Perdió confianza en su juego y en la directiva.

"Esa fue la sentencia de muerte", contaba West en 2019. "Cuando traspasamos a Danny, simplemente me di cuenta de que sabía que no podríamos superar al Heat. Aunque fuese en febrero, sabía que podríamos pasar las dos primeras rondas, pero sin Danny, sin OJ (Orlando Johnson, clave en el vestuario y salió junto a Granger), sin Roy confiando mentalmente, sabía que no íbamos a tener suficiente para superarlos".

Los Hawks les hicieron pagar caros sus problemas internos y se fueron al séptimo partido. Washington tampoco lo puso sencillo, fueron seis, pero pudieron tomar fuerzas. Y así afrontaron con confianza el primer partido contra Miami en las Finales de Conferencia, tanto que se lo llevaron.

"Siempre le doy crédito a Frank por ayudarnos a pasar ese año", sigue West. "Es el único entrenador en la NBA que podría haber manejado esa situación de esa manera, bajo esas circunstancias. Fue increíblemente positivo. Fue increíble que nos ayudó a superar esas dos primeras rondas mientras lidiaba con tantas cosas. Quiero decir, después de todo esto, nos quedamos a un par de partidos de Las Finales de la NBA".

Suponía una tarea arduo complicada que Indiana aguantase toda la serie. Incluso con unos Heat en horas bajas, el bloque de Spoelstra tenía una unión que el de los Pacers tuvo meses atrás, pero no entonces. Porque a la hora de la verdad, en el gran escenario, a Indiana le faltó confianza y le sobró calidad en la rotación. No siempre se trata de tener a los mejores, y aquí tenemos un buen ejemplo.

Mientras que Bird mejoró la rotación pero provocó la ruptura del vestuario con los movimientos, Pat Riley desestimó hacerse con Evan Turner. Los Sixers ofrecieron primero a Miami la opción de hacerse con ET en un traspaso que hubiese supuesto el sacrificio de Udonis Haslem, que apenas contaba ya con minutos pero de enorme influencia en el vestuario y la ciudad. Riley rechazó por el bien interno del equipo y, como siempre, Riley acertó.

En verano Turner se marchó de Indiana, algo que tuvo claro a las pocas semanas de llegar. Por detrás suyo iría Lance. Así Indiana se quedaba sin sus dos escoltas, ni el titular ni la red de seguridad. Stephenson recibió una oferta de Indiana que consideró baja y se marchó a Charlotte. Aunque el punto de destrucción fue más grave: la terrible lesión de Paul George en verano de 2014 con Estados Unidos.

Aquella rotura de pierna de PG y las salidas diezmaron al equipo. La temporada 2014-2015 sirvió de transición y se quedaron fuera de los Playoffs. Pasaron del Hill, Lance, George, West y Hibbert, a Hill, CJ Miles, Solo Hill, West y un Hibbert que jamás recuperó la confianza.

Bird y la directiva decidieron cambiar el enfoque. Seleccionaron a un joven pivote en el Draft cuyo perfil estaba hecho para el juego actual, Myles Turner. Esa transición a un equipo más modernizado supuso el traspaso de Hibbert a Lakers a cambio de una segunda ronda, poco después de que hubiese hecho efectiva su opción de jugador. Un gesto que sentó muy mal en el vestuario. No gustó el trato.

"Eso no me sentó bien", cuenta Hill. "No le sentó bien a D-West, cómo se le trató en su salida. Hasta el día de hoy, desde que se fue, no ha sido el mismo tipo". West se marcharía ese verano tras rechazar su opción de jugador para buscar el anillo con los Spurs, citando entre otros motivos el trato de la directiva.

Del núcleo principal solo quedaban George, Hill y Vogel para la 2015-2016. El equipo ya no era el mismo y era evidente sobre el parqué. Junto a piezas como Monta Ellis o Ian Mahinmi el techo era mucho más bajo: fueron 7º de la Conferencia y Toronto supuso su eliminación en Primera Ronda.

En 2016 traspasarían a Hill para traer a Jeff Teague y le comunicaron a Vogel que su contrato no sería renovado. Bird quería una "voz nueva" en el vestuario tras haber visto como, pedazo a pedazo, se descomponía un proyecto que según sus cálculos debía seguir siendo élite por esa fecha, y no estar absolutamente destruido. La presencia de Nate McMillan fue la elegida en una decisión de Bird que muchos siguen sin entender.

El año uno de McMillan sería otro de tierra de nadie. La diferencia es que fue el último de George, que informó a la directiva de que no renovaría la siguiente temporada. Es de sobra conocido su traspaso aquel verano a Oklahoma a cambio de las dos piezas clave del presente actual, Oladipo y Sabonis, pero no fue Bird el que dejó las piedras de la reconstrucción con las cenizas del anterior proyecto. La leyenda dejó la directiva en mayo de 2017 y Kevin Pritchard tomó el mando.

Menos de tres años sirvieron a los Pacers para pasar de un proyecto cuyo techo parecía lejano a estar completamente destruidos. Ni entrenador, ni jugadores, ni directivo. No quedaba nada de aquellos años que quedan más cerca en el calendario de lo que parece.

Justo cuando parecía que Indiana tenía el proyecto ideal para festejar como nunca antes en la historia de la franquicia, la ambición del proyecto provocó su rotura. Las dudas asaltaron por dentro y no desde fuera, justo cuando los refuerzos les ponían la etiqueta de favoritos como nunca antes. Así fue como los Pacers de Paul George firmaron su sentencia antes incluso de descubrir su potencial.

Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.

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