Kemba Walker y la motivación de jugar para su ciudad con New York Knicks

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kemba walker

En la NBA las cosas cambian muy rápido. Un día eres All-Star y todo el mundo te percibe como uno de los bases de mayor impacto y que mejor rinde de toda la liga, y al día siguiente tu contrato está a años luz de tu valor de mercado real. Las lesiones siempre juegan un papel crucial en el rendimiento de los jugadores, estas son inherentes al juego y no pueden eliminarse, por lo que tampoco debería valorarse de igual modo a alguien que se aqueja de una dolencia que alguien libre de todo problema. Durante el último año, Kemba Walker ha vivido un proceso complicadísimo.

El cierre de los Playoffs de 2020 lo dejó considerablemente mermado físicamente, por lo que decidió someterse a un tratamiento para ayudar a recuperarse de los dolores que sufría en la rodilla izquierda. Lejos de lo que suele ser habitual, el base tuvo que mantenerse apartado de todo tipo de actividad física durante la brevísima offseason que tuvo, no pudiendo tomar parte de los entrenamientos de Boston Celtics e incorporándose a la dinámica del equipo cuando este ya llevaba 11 encuentros.

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Pese a su ausencia, las sensaciones en el conjunto verde eran buenas y solo comenzaron a empeorar cuando Walker se unió al equipo, debutando contra New York Knicks en una derrota por 30 puntos de diferencia. En aquel momento su temporada quedó marcada para el resto del curso. Sin tiempo para adaptarse y necesitados de resultados, su rendimiento fue el propio de alguien que sale de una lesión y una larga recuperación, siendo inconsistente y teniendo noches para el olvido. El contexto competitivo de los Celtics no ayudó en absoluto, sin alcanzar los objetivos marcados y finalmente entrando en los Playoffs a través del Play-In. 

Kemba acabó firmando su peor temporada en más de un lustro, con apenas 19,3 puntos, 4,9 asistencias y un 42% en tiros de campo. De este modo, no fue en absoluto extraño que a las primeras de cambio Brad Stevens lo enviase a Oklahoma City Thunder a cambio de Al Horford, liberando un salario al que le restaban dos temporadas por alrededor 70 millones. Era obvio que en OKC no iba a jugar, pero para poder salir de ahí tendría que llegar a un acuerdo para rescindir su contrato, algo nada sencillo dadas las cantidades. Finalmente el base perdonó 20 millones para poder elegir su destino, y en cuanto quedó liberado lo tuvo claro: quería volver a casa. 

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New York Knicks emergió como su principal y casi único interesado, firmándolo por 2 temporadas y 17,9 millones de dólares, un precio justo en busca de revalorizarse. El nativo del Bronx pudo así cumplir el sueño de jugar para el equipo de su ciudad en el momento indicado, uniéndose a un grupo que aspira a revalidar la gran campaña de 2021 y poder mantenerse en Playoffs.

"Para mí significa mucho. La motivación de jugar aquí lo está impulsando todo. Porque sé qué tipo de jugador soy. Sé en qué nivel quiero estar. Esto es una motivación adicional", dijo el base en su rueda de prensa introductoria como nuevo knickerbocker. “Estoy realmente motivado. Muy emocionado de que esta gente crea en mí. Eso es todo lo que necesito. Solo necesito que alguien crea en mí. Estos muchachos lo hacen y se lo agradezco".

Desde su etapa de instituto, Walker ha sido uno de los jugadores fetiche de todo nativo neoyorquino. Un base eléctrico, anotador y con la capacidad de cambiar el partido, pero que también es alguien fiable y sobre el que poner el peso organizativo del juego. Más que memorable sería su partido en la universidad de UConn bajo los focos del Madison Square Garden en 2011, logrando 24 puntos y el tiro de la victoria en un año que acabaron consagrándose como campeones de la NCAA.

Ahora, Kemba Walker tendrá el honor y la responsabilidad de representar a Nueva York en la NBA, vistiendo la camiseta de los Knicks y en el mejor escenario posible.

"Es una sensación increíble. Crecer aquí, caminar por la ciudad y ver las caras de esos tipos en las vallas publicitarias que jugaban para los Knicks, y yo voy a jugar en Nueva York. Ahora, verme allí arriba, con Evan Fournier, es una sensación increíble. Estoy agradecido. Esto es todo lo que necesitaba, solo alguien que creyese en mí. Sentí que Boston creyó en mí, pero me traspasaron. No siento que no creyesen en mí".

"Esta ciudad me ha criado, esta ciudad es la razón por la que juego. Es el mejor timing para venir. Los Knicks creyeron en mí y aquí estoy. Lo que ocurriese en el pasado es irrelevante", añadió el jugador de 31 años.

Con la adición de Evan Fournier y Kemba Walker, los Knicks han conseguido reforzarse en los dos puntos que más flaquearon durante el pasado curso como fue la creación de juego y la anotación exterior. Así, junto a Julius Randle, Derrick Rose y RJ Barrett, los neoyorquinos tratarán de conseguir mejorar el gran resultado obtenido en la temporada anterior.

Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.

Autor/es
Sergio Rabinal Photo

Sergio es productor senior de contenido en las ediciones en español de The Sporting News.