"El abanderado", el primer libro sobre Luis Scola y una anécdota imperdible con Dikembe Mutombo

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Luis Scola

La literatura deportiva argentina tenía una deuda. Pero ya no. Luis Scola es uno de los grandes símbolos nacionales, alguien que a sus 41 años, cumplidos este viernes 30 de abril, se mantiene con absoluta vigencia. Y qué mejor manera de celebrarlo que presentando una obra que será indispensable: "Luis Scola, El abanderado".

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Escrito por el periodista Mauricio Codocea y publicado por la editorial Básquet Plus, es el primer libro sobre el capitán de la Selección Argentina de básquet e intenta no sólo contar su vida, sino también -y sobre todo- entenderla. Muchos saben quién es, pero pocos conocen su camino completo. Son aun menos los que han podido navegar en las aguas de su intimidad.

En la búsqueda por comprender a quien se convirtió en uno de los mejores basquetbolistas FIBA de todos los tiempos y a quien muchos consideran el mejor y más importante líder de la historia deportiva de Argentina, el autor convocó a 66 personas que se embarcaron en la aventura de reconstruir la trayectoria e interpretar la personalidad de quien ya es uno de los más grandes íconos del deporte nacional; un jugador cuya influencia y legado trascienden las fronteras de la cancha.

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De aquel chico tímido que sufría por su altura al que aprendió a quererla. Del que estaba contenido por la familia y los amigos al que maduró de golpe en España y la conquistó. Del nene que soñaba NBA cuando era casi imposible para los argentinos al hombre que lo hizo realidad tras años de penurias. Del jugador que casi se retira al que rompió los pronósticos médicos y jugó una década más de lo esperado. Del líder altruista que alzó la voz para desatar una revolución y salvar al básquet argentino al conductor muchas veces odioso que ayudó a despegar la etiqueta de la Generación Dorada que él mismo integró. De la persona sencilla a la aventurera, de la curiosa a la obsesiva.

A través de anécdotas y situaciones que pintan a Luifa de cuerpo entero, el libro ahonda en la vida del personaje desde un crecimiento que tuvo sus dificultades hacia el recorrido más conocido pero desde ángulos poco explorados. El Abanderado cuenta con múltiples anécdotas: el día que Scottie Pippen lo conoció; cuando el actual capitán le dijo "no" a la Selección argentina; las rispideces que genera su liderazgo y cómo se fue construyendo esa posición individual y colectivamente; cuando le cambió la carrera a Facundo Campazzo, el espaldarazo a un atleta olímpico y curiosidades que ponen de manifiesto el esfuerzo al límite de lo humano, los cambios de hábitos y otros aspectos en la búsqueda de la excelencia.

Con testimonios de la plana mayor de la Generación Dorada más un capítulo especial que homenajea también al deporte olímpico argentino, con varios de los atletas más importantes del país que dan cuenta de la influencia del ala pivote en la vida deportiva: Manu Ginóbili, Gaby Sabatini, Luciana Aymar, Paula Pareto, Sebastián Crismanich, Germán Chiaraviglio, Germán Lauro y Sebastián Simonet, entre otros.

El Abanderado es la primera biografía de Luis Scola. Es, también, una reparación histórica con un símbolo del deporte albiceleste. Y en NBA.com Global nos damos un lujo: un extracto exclusivo con una imperdible anécdota con Dikembe Mutombo, legendario pivote y ex compañero de Luifa en Houston.

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Extracto de "El abanderado"

Luis Scola

Ya en su primera temporada, Scola se dio el que sería uno de sus mayores lujos en la NBA: ser uno de los protagonistas del partido entre novatos y jugadores de segundo año en el All-Star Game disputado el viernes 15 de febrero de 2008. Basta repasar los nombres que fueron titulares junto al argentino para contextualizar el lugar que se había ganado: completaron el quinteto inicial Jeff Green, Al Horford, Mike Conley y Kevin Durant. Enfrente, por citar algunos, estuvieron Rajon Rondo, LaMarcus Aldridge, Paul Millsap y Rudy Gay.

“No me lo había puesto como meta, pero me hizo muy feliz estar ahí”, reconoció entonces el ala pivote. Al año siguiente, repetiría pero, claro, como miembro del equipo de sophomores.

La primera temporada fue ganancia pura y Luifa demostró que la NBA le calzaba justo. “Llegar a la liga fue lo mejor que le pasó, porque le permitió liberarse de todo lo que lo frustraba y rendir a tope”, asegura Andrés Nocioni.

(...) Scola, de hecho, fue incluido en el quinteto ideal de novatos y quedó tercero en la votación al Rookie del Año, detrás de Al Horford, por el premio que se llevó un joven Kevin Durant.

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Si bien era respetuoso de los hombres de experiencia, Scola no dudaba en compartir su mirada cuando lo consideraba necesario. “Era muy activo y siempre decía algo si creía que no estábamos funcionando bien como sistema”, recuerda una leyenda de la liga como Dikembe Mutombo, segundo máximo taponador en la historia de la NBA, cuatro veces mejor defensor y ocho veces All-Star.

“Fui uno de sus compañeros más cercanos -agrega el congoleño con su característica voz rasposa-. Hablábamos mucho porque él, al igual que yo, había llegado a Estados Unidos desde otro continente. Siempre fue muy amable y, tanto dentro como fuera de la cancha, fue uno de los mejores compañeros que tuve. No podrías pensar en compartir equipo con alguien mejor”.

Gersson Rosas, ejecutivo de los más cercanos al plantel, lo describe así: “Muy callado, humilde y de gran relación con todos. Él se acercaba mucho a Dikembe, a quien respetaba y con quien hablaba de lo que había que hacer para tener un impacto en la liga. Era muy cercano a Shane Battier, Chuck Hayes y Brent Barry; con Tracy (McGrady) y Yao (Ming) siempre estaban hablando de la historia, de ganar y hacer grandes cosas”.

Con Mutombo, Scola vivió una de sus mejores anécdotas en aquella primera temporada en la NBA. Después de un partido como locales que terminó pasadas las 22, Luis y sus agentes argentinos, Claudio Villanueva y Carlos Raffaelli, salieron cerca de las 23 con ganas de ir a cenar a algún restaurante.

Se sabe, la cultura estadounidense es bastante distinta a la hora de comer por la noche y a esa hora se les estaba haciendo cuesta arriba encontrar un sitio abierto. Llegaron a Vic & Anthony’s, uno de los restaurantes más destacados de todo Houston, y se encontraron con lo lógico: una cocina cerrada. No había manera de convencer a los empleados, por más que Scola explicara que acababa de jugar un partido con los Rockets.

En ese momento, frenó un auto en la entrada y bajó Mutombo con su esposa. “Hola, Luis, ¿cómo están? ¿Comemos algo?”, le preguntó antes de encontrarse con la misma situación. Él, claro, no lo tomó con la misma resignación del argentino. “Yo lo miraba como diciendo: ‘Si no te dejan entrar a vos, ¿cómo voy a entrar yo?’”, recordó Scola. Mutombo, enojadísimo, se fue insultando, subió al auto y aceleró, alejándose, al tiempo que un hombre llegaba casi corriendo desde adentro, gritando: “¡Dikembe, Dikembe, espera!”.

Era el mismísimo dueño del establecimiento, que de inmediato le profirió todo tipo de retos a la chica que, sin reconocer a los jugadores, los había rechazado. “Por favor, pasen, pasen”, los invitó el empresario gastronómico, al tiempo que le pedía a Scola que llamara a su compañero para que regresara y lo atendieran.

Había un pequeño detalle: Luis todavía no tenía el teléfono de Mutombo. Sin una mueca de desconcierto, el argentino hizo una propia de su tierra: simuló que marcaba un número. “Lo tiene apagado, pero le dejé un mensaje”, le comentó al dueño y procedió a ubicarse en una mesa con sus representantes. “Nos sentamos y no nos sacaron más -relató Scola sin aguantar la risa-. Por las dudas, pedimos todo rápido. Tomamos vino, charlamos, nos reímos mucho y cerca de la 1.30 nos fuimos, con el dueño todavía pidiéndonos que nos disculpáramos con Dikembe”.

A la mañana siguiente, el argentino llegó al entrenamiento de los Rockets y lo primero que escuchó en el vestuario fueron las quejas del congoleño, que hablaba con otros jugadores y personal del equipo: -¡No voy a ir nunca más a ese lugar! ¡Es inadmisible lo que me hicieron! ¡Después de la cantidad de dinero que he gastado ahí mil veces!

-Pero Dikembe, preguntale a Luis: ¡a él se lo abrieron! -le respondió un agente de seguridad.

Ese día, Mutombo le dio su número a Scola.

Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.

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