Memphis Grizzlies: el 'Grit&Grind' va más allá de Marc Gasol y Mike Conley

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Mike Conley y Marc Gasol

Silencio perplejo. El 15 de mayo de 2013 se respiraba pura ansiedad en el Chesapeake Energy Arena mientras los osos celebraban su momento cumbre. Ante todo pronóstico y la incredulidad de Oklahoma –desde los jugadores hasta los aficionados– los Grizzlies festejaban lo merecido. Memphis se clasificaba para las primeras, y únicas hasta la fecha, finales de Conferencia de su historia. El momento dorado de la garra.

Cuatro años después ese destructivo grupo perdía a Zach Randolph y Tony Allen, dúo que formaba la tercera estrella que siempre les faltó a los mejores Grizzlies. Y pocos meses después, en plena temporada 2017-2018, se confirmaba la pérdida de una cultura. 

Zach Randolph, Mike Conley y Marc Gasol

Mike Conley estaba lesionado de gravedad y Marc Gasol se sentía más frustrado que nunca en el bloque menos competitivo para los de Tennessee desde la marcha del primer Gasol. La consecuencia sería clara y contundente: 22 victorias en todo el curso y una racha de hasta 19 derrotas consecutivas. Hasta el fondo más oscuro de la NBA y un futuro inmediato más negro todavía. O eso parecía.

La recuperación del Grit&Grind

Sin ruido como de costumbre, pero en movimientos acertados. Jugadores que encajaban en lo que requería la cultura deportiva de Memphis. En el mercado los Grizzlies comenzaron el despertar de su identidad. Porque no era el final de una era, simplemente faltaban las piezas para continuarla.

Duros, irritantes y pícaros. Un dolor para el equipo rival. Ganar partidos a pocas posesiones y menos puntos. Buscar ser únicos y complicados, como un individuo ajeno a la evolución del resto. Hacer cosas que la mayoría de equipos no quieren hacer y disfrutar de ellas. Eso es el Grit&Grind y esto son los Memphis Grizzlies desde hace una década.

Queremos ser capaces de estrangular con nuestra defensa. Nuestro planteamiento antes de un partido es ¿cómo de físicos podemos ser con las limitaciones de las nuevas reglas? ¿Cuántos robos podemos conseguir? ¿Cuántos pases podemos evitar? Queremos llegar al punto en el que el rival se diga, 'no es mi noche'. Que no sean capaces de realizar el esfuerzo extra necesario para ganarnos”. Palabras de J.B. Bickerstaff, entrenador de los Grizzlies.

En una NBA que arranca a un ritmo ofensivo pocas veces visto, ningún equipo ha ganado esta temporada un partido sin romper la marca de los 90 puntos. Hasta que llegó la garra. Hasta que llegó el grito.

La defensa es el reflejo de la actitud de un equipo. Conocer la conducta de estos Grizzlies es sencillo. Pocas posesiones bastan y en un partido entero sobran posesiones. Son fanáticos de lo rechazado.

De la mano de Marc y Conley

Mike Conley y Marc Gasol

Si Memphis marcha a la cabeza del Oeste (12-5, 5 victorias seguidas), meses después de terminar en su fondo, es principalmente por Marc y Conley. Ni el Grit&Grind se entiende sin ellos, ni la historia de los Grizzlies tampoco. Porque existe siempre el debate de qué Gasol es el mejor jugador para la franquicia, uno que para hace tiempo terminó. Marc es su figura más gigante y, para un servidor, Conley la segunda.

La pasada temporada fue la más dura para ambos desde que están juntos en Memphis y con la actual ya son 11 compartiéndolo todo. Ninguna pareja en la NBA alcanza a su química, entendimiento y profesión. Y sin ellos, aunque sea uno, Memphis no carbura. Es imposible.

Mike Conley volvía de lesión y de apenas disputar 12 partidos en la 2017-2018. Marc, de un año muy frustrante. Juntos de nuevo son la consistencia y regularidad ejemplificadas. Más aún al nivel actual, con unos últimos partidos que recuerdan a sus mejores años. Marc y Mike comienzan la temporada a nivel All-Star.

Los números del español impresionan menos. Sus 17 puntos, 9,6 rebotes y 3,8 asistencias harán saltar a más de uno y decir que no son cifras de All-Star. Cierto es que le costó arrancar la temporada. Justo en la racha de cinco victorias lanza sus promedios hasta los 22,2 tantos, 11,4 rebotes y 2,6 asistencias, en un trabajo más de estrella anotadora que generadora. Y Memphis lo agradece.

A nivel defensivo continúa siendo auténtica elite. Varios son las estrellas que ya han sufrido con él:

  • Nikola Jokic: 6 pérdidas, cinco faltas y solo un tiro en todo el partido, un triple para ganar que falló
  • Joel Embiid: 4 de 15 en tiro (27%) para 14 puntos en 39 minutos
  • Karl-Anthony Towns: 15 puntos con un 60% en tiros y 20 rebotes, pero incapaz de frenar a Marc e incómodo en ataque todo el partido, ya sin Jimmy Butler.
  • LaMarcus Aldridge: 19 puntos en 40 minutos y air ball el último tiro para ganar. 

Cuando pones el listón de intensidad a niveles insanos durante los 48 minutos, los árbitros ven como buena esta defensa. Con cualquier otro equipo hubiesen sido tiros libres de Aldridge para ganar el partido. Pero esto es Memphis.

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Tienes que ser capaz de hacer de todo como pivote y mirar al resto. Mirar a Embiid o Horford y ver el impacto que tienen”, dice Marc. Un jugador que en cuanto impacto es de los más sobresalientes, incluida matrícula de honor en liderazgo. “Creo que si le preguntas a Marc si quiere descansar, te dirá que te marches. Marc es muy competitivo, le encanta. No le veo tomándose noches de descanso mientras su cuerpo aguante”, confiesa su entrenador.

Mike vuelve a ser Mike. Conley regresa a su versión Clutch Conley. A ser el puntal ofensivo de una ofensiva deficiente. Y en los Grizzlies es tan importante este papel como el de Gasol, porque además atrás sigue mostrándose cómo antes de la lesión. Un puñal.

El base está en 20,2 puntos y 6,1 asistencias con un 35% en triples lanzando más de 6 por partido. Para Bickerstaff, “Conley tiene un historial de echarse el equipo a la espalda para lanzar tiros importantes y anotar esos tiros”. Así es, los está metiendo.

La defensa por encima de todo

Los Grizzlies vuelven a sus fueros habituales. Ya son la cuarta mejor defensa de la NBA con 104,7 puntos encajados por 100 posesiones y el ritmo más lento de toda la liga. De hecho sus 95,1 posesiones por encuentro de esta temporada se sitúan por debajo de la cifra del año pasado. En una NBA cada vez más rápida, ellos son la antítesis. El antídoto para los más clásicos.

Lo mejor de su defensa es que la primera cifra sobre el ratio defensivo engaña. O mejor dicho, el quinteto que más tiempo pasa en pista, el que forman Conley, Temple, Kyle Anderson, Jaren Jackson Jr y Marc (una diferencia de más de 100 minutos respecto al segundo quinteto más usado) registra la friolera de 87,6 puntos en contra por 100 posesiones.

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En la NBA moderna está de moda el cambiar en los bloqueos. Esta práctica que los Warriors han habituado y muchos otros equipos han normalizado, es totalmente rechazada en Memphis.

Jerry Stackhouse, mítico exjugador y asistente del equipo, lo deja muy claro: “Creo que los cambios automáticos pueden meterte en problemas si no tienes un plan y solo te dedicas a cambiarlo todo”. El propio Scott Brooks, entrenador de los Wizards, reconocía que en este aspecto tenían mucho trabajo. 

Nadie tiene la capacidad de cambiar como los Warriors. Nadie. Y en Memphis cambian la tónica general de la liga. “Nuestro plan le da a los jugadores una idea defensiva de cuando hay ciertos emparejamientos defensivos que tenemos que eliminar”, dice Bickerstaff.

Cambiar es efectivo, es innegable, pero no siempre. Temple lo explica así: “Depende de tu plantilla y de contra quién juegues. Si estamos ante Philadelphia y McConnell y Embiid juegan el pick&roll no vamos a cambiar, de estas cosas se preocupa nuestro equipo. Si tienes situaciones en las que puedes ser flexible por tu quinteto y puedes cambiar, adelante. Creo que nos beneficia si tenemos los jugadores en pista que sean capaces de conseguirlo. Pero también nos beneficia jugar una defensa más original con otros jugadores en cancha”. 

La cultura de inteligencia defensiva es clara y está bien impregnada desde los cimientos. Aunque no es lo único. Los Grizzlies siempre tienen las manos listas, especialmente los jugadores que trabajan en la línea del balón. Así son el conjunto que mayor porcentaje de pérdidas provoca al rival y se sitúan en la elite en contraataque.

Stackhouse dice que “hacer todas estas estúpidas cosas, como cerrar al defensor con la mano más cercana, esos pequeños detalles, son los que construyen los buenos hábitos en defensa”.

La esperanza tiene nombre 

La nota positiva tras una temporada desastrosa era tener la elección número cuatro del Draft. Una camada talentosa en la que Memphis optó por Jaren Jackson Jr. De momento es de los mejores rookies de inicio y deberíamos estar hablando más de él.

En su primer partido como titular dejó 24 puntos (8-12 de campo), 7 rebotes, 2 asistencias y 2 robos para la primera victoria de los Grizzlies. Fue en el segundo partido de la temporada y desde entonces continúa en el quinteto inicial.

Todavía está creciendo. No es broma, ha crecido desde que llegó. ‘Seguir creciendo’ es una buena forma de describir a JJJ. En la pista y fuera su progreso es innegable”, alaba Marc al rookie. Casi nada, Jaren.

El rendimiento defensivo de Jackson es impresionante cuando le sitúan al lado de Gasol. Sufre más como único interior, aunque es el camino a seguir para su ideal desarrollo como bestia en la NBA. Con sus aptitudes, crecer en un ambiente así de competitivo es lo mejor que podía pasarle en su primera temporada como profesional.

Matrimonio perfecto: Temple, Anderson y Mack

En Memphis siempre han faltado complementos de mayor nivel a la dupla que formaban Gasol y Conley. Este año, lejos de tener nivel All-Star en una tercera pieza, encuentran un rendimiento muy positivo en tres jugadores que encajan como anillo al dedo. Unión perfecta, tanto para ellos como para el equipo en secundarios habituales.

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Garrett Temple es el más destacado. Traspasado desde Sacramento, es un 3&D que encuentra en Memphis el mejor escenario de su carrera. Tras consolidarse con los Kings registra máximos de carrera en todos los apartados. Excelente defensor y 42% desde el triple.

Como anécdota, frustró a Doncic en una de sus peores noches de inicio NBA. El propio Luka se culpó a sí mismo por la derrota después de ser sometido por la defensa de Temple. Terminó con un 6-20 en tiro y tres pérdidas. “Garrett no se preocupa por si lanza o no. Le dices, ‘oye, ese es tu responsabilidad en defensa’ y ahí va. Es una maravilla entrenar un jugador así”.

La segunda pieza a destacar es Shelvin Mack, un trotamundos como pocos. Comenzó en la NBA a los 21, tiene ahora 28 y Memphis es su sexto equipo. Al igual que Temple está ante la mejor oportunidad de su vida. Es el desatascador y líder del banquillo con 10,3 puntos en 25 minutos y muchos tramos cerrando los partidos apretados ocupando el puesto de JJJ.

Es un jugador en el que sabemos podemos confiar cada vez que entra en el partido, especialmente cuando juego a su lado. Mack tiene una IQ muy elevada, sabe cómo hacer jugar para sí mismo y para el resto. Es exactamente lo que esperaba que sería cuando le firmamos”, afirma Conley, con quien se entiende a la perfección.

Kyle Anderson cierra este trío de jugadores desconocidos para el seguidor más casual, siendo precisamente el más mediático por sus años en San Antonio. De hecho, Slow-Mo –como se le apoda por su lento juego- difícilmente se adaptaría a otro equipo que no fuesen los Spurs o los Grizzlies. 

Nunca será referencia anotadora, pero como complemento cumple con creces. Extremadamente inteligente, grande y largo, capaz de generar y de jugar sin balón. Todo esto sin tiro de tres, es decir, el típico complemento que en Memphis se destaca.

Las graves carencias de los Grizzlies

No podían ser todo palabras bonitas. Ningún equipo es perfecto y estos Grizzlies tienen muchas lagunas que esconden y tapan a rachas por su intensidad y carácter. Hay mucho a corregir y algunos aspectos para los que, simplemente, no les llega.

El quinteto titular de Conley, Temple, Anderson, JJJ y Marc rinde de forma salvaje en defensa. En ataque es otra historia. Sufren mucho para encontrar el aro y los porcentajes del equipo son muy bajos. Tienen 16 equipos por delante que tiran con mejor acierto (51,6 eFG%). Para situarles, estos cinco jugadores, los mejores que puede poner Bickerstaff en cancha, anotan 99,4 puntos por 100 posesiones, cifra que los colocaría como el peor ataque de la NBA por detrás de Atlanta, Chicago y Cleveland.

Tiran muy poco de tres (25º) con un porcentaje sorprendente (6º). El problema llega en el tiro de dos. En este formato llegan la mayoría de sus intentos al aro y se quedan fuera del top 10 en acierto. No será por falta de movimientos, jugadores inteligentes y dinamismo. Tan sencillo como que faltan recursos ofensivos.

Influyen evidentemente las carencias de un banco en el que solo destaca Mack. Bickerstaff solo usa a 6 jugadores de forma principal, 7 con JaMychal Green de vuelta, con quién el ataque y el rebote mejoran de forma mayor a la esperada.

Falta banco y esto es un arma de doble filo. Si hay lesiones, como esta de Green, van cortos. Cuando los jugadores más destacados se cansen, no habrá relevos. Este factor será clave dentro de unos meses y una mala racha será mucho más difícil de superar para estos Grizzlies que para un conjunto con profundidad como los Clippers.

El rebote es también preocupante para estos Grizzlies. Son los segundos peores en el ofensivo y no porque rechacen pelear por él para ir a defender, no. Porque el balance defensivo es irrisorio. Pero el preocupante es defensivo, donde con un bastión como Marc en una de sus mejores temporadas en rebote, aspecto donde normalmente rendía peor, se sitúan 15º en porcentaje de captura. Permiten demasiadas segundas oportunidades al rival, algo inaceptable si vives de tu defensa. Necesitan la vuelta de JaMychal Green.

El presente y futuro inmediato

Las lesiones siempre sacuden a los Grizzlies y este año, las sufrirán más que nunca por su falta de calidad a lo largo de la plantilla. Ya la baja de Green se ha notado, principalmente por esa carencia de calidad.

El rendimiento actual de jugadores como Temple o Mack deja dudas. Están a gran nivel y es un escenario inmejorable, pero ¿es sostenible para toda la temporada? Garrett transmite más confianza. Shelvin Mack como relevo de Conley para todo el año, mucha menos.

Tampoco tienen assets para buscar movimientos durante la temporada y ya se habla de ir a por Joakim Noah y así añadir un pivote veterano por detrás de Marc. Les falta esa figura, ¿es la solución Noah? No parece.

A largo plazo el panorama pinta más complicado. No tienen todas su rondas y la situación salarial está comprometida entre los contratos de Marc (perfecto), Conley (perfecto) y Parsons (error). Cobrando 25 millones por temporada deja muy claro lo que aporta cuando solo hablemos de él en el texto para esto.

El aficionado de Memphis debe mirar al presente. A pelear en un Salvaje Oeste complicadísimo, donde las últimas plazas de playoffs, objetivo realista para Memphis, estarán muy caras. Si consiguen entrar la temporada será todo un éxito.

Decía el alcalde de Memphis Wyeth Chandler en 1973 que “el básquet de Memphis ha unificado la ciudad como nunca antes nada. Blancos y negros, ricos y pobres, viejos y jóvenes. Todos cautivados por el éxito del básquet”. Y es que en un estado y una ciudad con tanta división, Chandler ya acertaba hace 40 años y predecía el futuro.

El Grit&Grind estaba apagado y la realidad es que jamás morirá. Es intrínseco a Memphis. Innato del básquet de los Grizzlies. El oso y la garra. Sus mejores años han pasado, seguro, pero seguimos disfrutando de un juego diferente, único y muy característico.

El cierre es con unas palabras de Bickerstaff que definen a la perfección lo que es este equipo. “Es increíble esta sensación. De verdad, honestamente no podría estar más orgulloso ni estar disfrutando más del baloncesto que con este grupo de jugadores”.

Viva Memphis y viva el Grit&Grind. Porque la defensa es el reflejo de la actitud de un equipo y los Grizzlies, sin tener un solo espejo, conocen a la perfección su imagen. La conocemos todos.

Los Grizzlies de Marc Gaol, líderes del Oeste

Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.

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