La reconstrucción express de los Atlanta Hawks sigue su imparable camino. Tan solo dos temporadas después de que perdiesen a la mayor parte de sus estrellas como parte del proceso natural de agotamiento del proyecto se han rearmado, con juventud y talento, dispuestos a asaltar el Este. Dos años en los que se han dedicado a probar jugadores, desarrollar talento y, sobre todo, acumular picks del Draft.
Como resultado de ello y de los excelentes movimientos de Travis Schlenk al mando de las operaciones, los Hawks se hicieron con la elección 4 que se convirtió en De'Andre Hunter y con la elección 10 que acabó siendo Cam Reddish, ya en segunda ronda se hicieron con Bruno Fernando. Una prolífica edición del Draft en la que confirman la hoja de ruta establecida el pasado año con Trae Young y que les deja en una posición inmejorable para convertirse en un equipo a seguir de cerca.
La lógica creencia en la juventud nos invita siempre a creer que el potencial de éxito reside en cuántos prospects sea capaz de acumular un equipo NBA. Ejemplos exitosos como Philadelphia 76ers y Boston Celtics y otros no tanto como Phoenix Suns y New York Knicks. La clave siempre reside en cómo tratar, entrenar y desarrollar ese talento del que se dispone. Atlanta ha demostrado ser siempre una organización que ha dado importancia a los tiempos de cada jugador para llegar a su máximo. Es por eso que resulta tan ilusionante echar un vistazo al plantel del que disponen en la actualidad.
Los movimientos
Los Playoffs de 2017 supusieron el final del proyecto iniciado por Mike Budenholzer en el verano de 2013 y que culminó con las Finales de Conferencia en 2015 después de una campaña inmejorable y que llevó a su mejor nivel a gente como Al Horford, Kyle Korver, Jeff Teague o DeMarre Carroll. Después de ir perdiendo piezas progresivamente, el equipo llegó a un momento de catársis tras caer en primera ronda con Paul Millsap, Dwight Howard y Dennis Schroeder como piezas principales.
Todo ello aceleró la descomposición y una serie de movimientos pensados en clave de futuro, que asegurasen una acumulación de talento en el largo plazo y el aprovechamiento del tiempo en la ecuación del baloncesto.
El baile comenzó el 6 de julio cuando adquirieron a Jamal Crawford y una elección del Draft de 2018 a cambio de una segunda ronda. Esa elección se convertiría un año más tarde en Omari Spellman, campeón con Villanova y que en su primer año NBA ha dado muestras de poder realizar una larga carrera en la NBA y tener impacto en ella.
El periodo estival continuó con su inercia habitual: novatos, agentes libres y veteranos. Ni un traspaso que pudiera condicionar el proyecto, nada de grandes nombres, solo jugadores en los que poder probar diferentes sistemas y situaciones para descubrir su recorrido. Tan solo se realizarían dos movimientos en la temporada 2017-18, ambos con segundas rondas de por medio, moneda de cambio utilizada siempre en traspasos de diferentes tipos.
El verano de 2018 fue la confirmación del nuevo proyecto. La llegada de Lloyd Pierce significaba el adiós de Budenholzer y un nuevo comenzar que se iniciaba con el intercambio de Luka Doncic a cambio de Trae Young y un pick de primera ronda que un año más tarde se transformó en Cam Reddish. Junto a Young llegaba un tirador como Kevin Huerter (pick 19), formando una pareja de anotadores prometedora y que Spellman completaría desde el pick 30.
El movimiento de Young aseguró otro pick de primera ronda, más talento acumulado para una franquicia que optó por un camino diferente, conjugando juventud con competición.
A las puertas del Draft 2019 Atlanta se aseguraba la elección número 4 con el intercambio con los Pelicans, eligiendo a De'Andre Hunter a cambio de Jaxson Hayes, Nickeil Alexander-Walker y Marcos Louzada Silva. El final de una serie de movimientos impecables y que les deja con un roster repleto de talento y futuribles.
Los nuevos jóvenes
A los Trae Young, John Collins y Kevin Huerter se une un proyecto de 3&D como es De'Andre Hunter y un tirador de élite como Cam Reddish que hace apenas un año ocupaba el TOP 3 en los mocks del draft. Hunter y Reddish añaden consistencia a un equipo pensado por y para los espacios, evidenciando que el poso que dejó Budenholzer todavía perdura en la franquicia. Si bien con el equipo a manos de Young se ha demostrado que el ritmo y el espacio iban a ser las dos líneas a seguir, la cosa no cambia con la adición de estos dos prospects.
MÁS | Cinco datos de De'Andre Hunter
De Hunter sorprende especialmente sus fundamentos defensivos, reforzados claramente por su imponente envergadura de 2,13 que contrasta con sus 2,00 de alto. Largos brazos y una flexión acorde que le convierten en el proyecto de jugador defensivo y ejecutor en ataque que tanto demandan los equipos NBA en la actualidad. Si bien la transición no es uno de sus fuertes, Hunter brilla a media cancha y sabe cuándo debe sacar a relucir su talento.
Mientras, Cam Reddish ha llegado a Atlanta como un regalo caído del cielo, un robo podría decirse. Su temporada en Duke estuvo lejos de hacerle perder el cartel de megaestrella de este Draft, pero el compartir vestuario con dos monstruos del highlight como Zion Williamson y RJ Barrett condicionó su valor de mercado. Así pues, Reddish llega en el 10 a los Hawks, un equipo donde, por lo visto hasta ahora, parece venirle como anillo al dedo. Jugador que encuentra su zona de confort de fuera adentro y con un rango de tiro incipiente y perspectivas de mucha mejora.
MÁS | Scouting de Cam Reddish
La línea exterior parece cerrada a priori con tres lottery picks que presumiblemente ocuparán el puesto de titular, Lloyd y el staff técnico podrán ejecutar un proyecto cuyo techo todavía se desconoce.
Los Hawks se han movido de forma fenomenal, su Draft es inmejorable y ha cumplido su función: elegir a los mejores talentos disponibles. No han sacrificado presente por futuribles, sino que han sabido adquirir presente competitivo y potencial de acción. Solo el tiempo les colocará en el lugar que merecen.
Las opiniones aquí expresadas no reflejan las opiniones de la NBA ni de sus franquicias