La noche era la indicada y el rival era el idóneo para la ocasión, pero Stephen Curry no comenzó con buen pie ante Houston Rockets. Sin embargo, Golden State Warriors parecía no necesitar al mejor Steph para pasar por encima de los texanos. El descanso marcaba una diferencia de 14 puntos a favor de los de Oakland mientras el dos veces MVP acumulaba un 1 de 6 desde la línea de tres y 1 de 2 en tiros de dos puntos.
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Aquella primera parte no era más que una continuación del anterior encuentro. Una noche en la que rozó su peor partido desde el perímetro en su carrera en los Playoffs, con un 4 de 14 que se unía al 3 de 13 en el Juego 2. Un descenso pronunciado en su acierto para nada habitual en Curry, y que incluso tras la noche del miércoles acumula un 26% en la serie.
Si hay algo que ha caracterizado la carrera de la estrella de los Warriors han sido los pequeños momentos. Instantes en los que Curry prende como una mecha, situaciones de trance donde solo conjuga el verbo anotar.
Houston reaccionó en aquella segunda mitad, siendo liderados por un James Harden excepcional para consumar un parcial de 29 a 15. Fue, precisamente, en ese tercer tiempo donde los Warriors tuvieron que afrontar otro contratiempo, nada más y nada menos que la lesión de su estrella, Kevin Durant, que abandonaba el partido sin perspectiva de regreso. La situación se antojaba peliaguda y la sola presencia de Klay Thompson no parecía ser suficiente.
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Y de repente, Curry encontró su espacio y su momento. Cinco puntos consecutivos, incluyendo un triple, que reactivó a Golden State con todo un mundo por jugarse (8 minutos), y que devolvía la esperanza a unos Warriors muy mermados. La defensa de los Rockets trataba por todos los medios de incomodar a Curry para que este no saquese ventaja alguna y pudiese lanzar, conduciéndolo constantemente hacia el aro. Sin dudarlo un solo momento, eso fue lo que Stephen decidió.
Floaters y finger-rolls que hicieron que sus compañeros y él mismo sacasen un rédito constante a modo de puntos o tiros libres. Un partido en el que Curry tuvo que recomponerse y rebuscar en sus adentros para tratar de encontrar una manera de salir victorioso y sacar adelante a los Warriors.
Sus 25 puntos dicen mucho más que lo que sus porcentajes arrojan (39% FG, 27% T3). El cuándo y el cómo de esas canastas son lo que de verdad han importado y lo que más peso ha tenido en la noche de redención de Curry.
Un partido especial
Tras el encuentro, el primero en valorar la actuación de Steph fue su entrenador, Steve Kerr, que reconocía que le recordó a la época antes de Kevin Durant, cuando los Warriors necesitaban del mejor Curry para ganar. "Ahora no tiene una carga tan grande sobre sus hombros", decía, "pero es completamente capaz de asumir esa carga".
Una situación que compañeros como Andre Iguodala y Draymond Green fueron capaces de leer para encontrar a Stephen. "Vieron que Curry entró en un modo diferente, sabía que tenía que ser la principal referencia", continuaba Kerr. "Que las cosas iban a pasar por él. No fue una gran noche para él, pero fue brillante cuando lo necesitábamos".