San Antonio espera en calma la revolución de Manu Ginóbili

Author Photo
#Ginobili

 

San Antonio está en reposo: su frecuencia cardíaca oscila entre los 60 y 100 latidos por minuto. Es un miércoles nublado pero cálido, seco como siempre en Texas, en una ciudad que mantiene intacta su calma habitual. Las horas pasan y el recorrido por sus calles, por su Riverwalk y por su zona más céntrica, reflejan un mismo semblante: la rutina de un día más. 

Detrás de escena, empiezan los preparativos silenciosos de un jueves que amenaza con convertirse en uno de esos pocos días que convulsionan su serenidad. Si San Antonio, su gente y sus calles, apenas se revoluciona con un campeonato de sus amados Spurs, su único representante dentro de una de las cinco ligas mayores de Estados Unidos, el retiro de la camiseta de Manu Ginóbili promete alterar la programación habitual de la metrópoli. 

 

Sin prisa pero sin pausa van aterrizando los invitados a la gala. Andrés Nocioni, Fabricio Oberto y Gabriel Fernández, tres de los pilares de aquella selección que se consagró Generación Dorada en Atenas 2004, lo hicieron en el vuelo 2591 de American Airlines desde Dallas que tocó tierra a las 8.32 de la mañana del huso texano, después de una hora y 15 minutos a bordo de un Boeing 737-800 de butacas chicas y apretadas. Oberto, quien comenzará una gira con su banda por San Antonio, Los Angeles y Seattle, Nocioni y Fernández compartirán la mesa redonda que conducirá Adrián Paenza durante el entretiempo del encuentro entre San Antonio Spurs y Cleveland Cavaliers. Alejandro Montecchia, Pablo Prigioni, Pepe Sánchez y Luis Scola, glorias del deporte nacional, se sentarán junto a ellos para recordar sus mejores batallas junto a Manu. 

Sebastián Ginóbili, entrenador de Bahía Básket y hermano de Manu, también realizó el mismo trayecto. Es uno de los casi cuarenta familiares de la estrella bahíense que participarán de un evento único, y probablemente irrepetible, para el deporte argentino. 

 

 

Si bien la cantidad de hinchas argentinos que visitan San Antonio fue aumentando temporada a temporada ante la amenaza de su retiro de Ginóbili y con el sueño pendiente de verlo brillar en la NBA, la invasión es multitudinaria de cara a la gala del jueves. El acento rioplatense, antes una anomalía que automáticamente despertaba cierta complicidad entre dos ajenos en territorio impensado, ahora es una rutina. En cada rincón aparece una camiseta, una bandera, un modismo albiceleste. En los locales de comida, en los estacionamientos y hasta en la frontera se sorprenden con la cantidad de argentinos que arriban a un destino que hace dos décadas ninguno hubieran elegido. Todos viajaron 8.265 kilómetros, con más o menos escalas, para emocionarse junto a Manu Ginóbili. 

Detrás del homenaje de San Antonio y la NBA a Manu subyace un reconocimiento a la Generación Dorada, el equipo que puso de rodillas al Dream Team estadounidense. No es casualidad que seis integrantes de la mejor selección argentina de todos los tiempos tengan su lugar en el entretiempo, un mensaje claro que sintetiza el espíritu que el bahíense ayudó a implantar en San Antonio: Ginóbili es el protagonista pero no sus hazañas no hubieran sido posibles sin sus compañeros, una vez más el colectivo por encima de lo individual. 

 

 

Michelle Leclercq, una joven cantante argentina que en julio del año pasado editó su primer disco en Estados Unidos inspirado en la tragedia en el fallecimiento de su primer novio, será la encargada de ponerle voz al himno nacional en una noche con destino lacrimógeno. 

 

Autor/es