El ADN internacional de San Antonio Spurs y su conexión especial y única con Argentina y Australia

Manu Ginóbili, Patty Mills

San Antonio Spurs ha sido, quizás, el gran modelo a seguir como franquicia de la NBA en cuestión de estabilidad, éxito y desarrollo de jugadores a lo largo de los años. Construir una dinastía por el tiempo que lo hicieron y alcanzar los Playoffs durante 22 temporadas consecutivas (logrando cinco campeonatos) han tenido, entre varios aspectos, un punto de unión: ser los mejores en explorar el mundo en búsqueda de talento internacional.

Encontrar ese talento, combinarlo con un entrenador especial como Gregg Popovich y hacerlo funcionar en un ambiente único generaron un ADN y filosofía que fueron, son y serán marca registrada. Manu Ginóbili y Patty Mills son dos exponentes centrales de este fenómeno, que permitió llevar a los Spurs a lugares impensados, pura y exclusivamente por las formas de ser, sentir y actuar (más allá de jugar, claro) del escolta y el base. NBA Argentina y NBA Australia se unieron para este crossover, contando la historia detrás de la globalización de los Spurs.

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El ADN internacional, la llave para abrir las puertas

Manu Ginobili, Patty Mills, Tiago Splitter, Boris Diaw

Tim Duncan, Tony Parker y Manu Ginóbili han sido los líderes y pilares de los títulos de San Antonio, pero además los modelos del ADN internacional y del scouting en el exterior que le permitió a la organización construir una y otra vez planteles con jugadores de cada rincón del mundo. Fabricio Oberto, Tiago Splitter, Nando DeColo, Boris Diaw, Patty Mills y la lista sigue...

Su enfoque para el juego, partiendo desde un punto de vista de trabajo en equipo, esa maravillosa ofensiva con absoluta libertad y elegancia para mover el balón, y la toma de principios y conceptos de equipos internacionales, transformaron a los Spurs en uno de los conjuntos más estéticamente agradables para ver a lo largo de los años, y los hizo ser una franquicia querida y admirada por los aficionados alrededor del mundo.

"Creo que nos podemos relacionar un poco más", le dijo a NBA.com Andrew Gaze, leyenda del básquet australiano y ex jugador de los Spurs (pasó por allí en la 1998-1999). "Como fan, cada equipo de la NBA se refiere a sí mismo como franquicias, y en esencia muchos de ellos tienen sus propias 'marcas'. Por eso creo que es más fácil para la audiencia internacional apreciar y entender lo que hicieron y hacen los Spurs, porque refleja en mayor medida lo que pueden ver en sus propias ligas, programas o jugadores, en aquello que ven con mayor regularidad", agregó.

En Mundiales, torneos de FIBA o Juegos Olímpicos, crecimos viendo a algún jugador de los Spurs liderando a su país, ya sea a Manu Ginóbili con la Generación Dorada de Argentina, a Tony Parker llevando a Francia a la gloria en un Eurobasket, o a Patty Mills con su inquebrantable compromiso con los Boomers de Australia.

Por adoptar y abrazar el espíritu de sus selecciones nacionales, inculcar un sentido de orgullo y camaradería, y por jugar representando a millones de personas, los jugadores internacionales de los Spurs -a lo largo de los años- han llevado esa mentalidad a San Antonio, algo que Gaze pudo ver evolucionar en el tiempo. "Es la suma de esos jugadores internacionales y el espíritu de competencia por hacerlo en torneos internacionales", señaló Gaze, quien agregó:

"Las diferentes maneras en las que las culturas de los clubes en Argentina y Australia se desarrollan, y un concepto de equipo que suele ser un poco más fuerte en esos ambientes a partir de ese grupo de individuos que salieron de ese tipo de culturas... Sin dudas que eso ha impactado en los Spurs y en la manera en que realizan las cosas".

Andrew Gaze

En un episodio reciente de "The Woj Pod", Patty Mills, el jugador del plantel actual de los Spurs con mayor recorrido en la organización, también le dio crédito a la experiencia internacional y a la personalidad de sus jugadores a la hora de ayudar a construir la cultura y ADN de los Spurs que vemos y vimos en estos años. "Sobre todo en muchas facetas y niveles que te hacen, primero y principal, una mejor persona que un mejor jugador", resaltó el base.

"Tenías líderes y veteranos que estaban encantados en ayudarte a mejorar, estaban entusiasmados por verte mejorar en todo lo relacionado al básquet. Pero eran esas relaciones, como las que formamos en el seleccionado australiano afuera de la cancha, ya sea en una cena, almuerzo, café o donde sea, eran esas relaciones las que se vivían en San Antonio con la misma sensación, la misma vibra. Es quizás por eso que me quedé acá por tanto tiempo", relató, quien cerró:

"La pasión por el significado a jugar por algo que Tim (Duncan), Manu (Ginóbili) y Tony (Parker) tenían, y que compartieron durante tanto tiempo, me conectó directamente a algo que yo ya tenía con la selección de Australia. Creo que por eso me siento tan conectado con los Spurs, porque hay un significado más profundo al jugar por algo grande en el frente de tu camiseta que en otros lugares".

Manu, el motor de la NBA masiva en Argentina

Manu Ginobili

A comienzos de los 2000, la relación de Argentina con la NBA era bastante monótona. El producto penetraba con escasez en el país (convengamos que tampoco se contaba con los avances en la comunicación que vivimos en la actualidad), y para una gran mayoría se trataba del lugar donde Michael Jordan había hecho maravillas, y que ahora encontraba a Los Angeles Lakers en pleno dominio. No es que sean incentivos menores, claro, pero el punto es que imaginar a un jugador argentino en la mejor liga del mundo era casi utópico hasta ese momento.

Por eso es que los arribos de Pepe Sánchez y Rubén Wolkowyski como pioneros fueron casi motivos de celebración de una medalla olímpica. Pero en 2002 empezaría un quiebre. El subcampeonato en el Mundial de Indianápolis y la inminente llegada de Manu Ginóbili después de consagrarse en Europa encendían una señal de alerta e ilusión importante. Aunque hoy, casi 20 años después de aquel momento, imaginar el cuento que escribió el bahiense en la NBA (y la dimensión del impacto que generó) era, literalmente, una locura, un pensamiento de alguien fuera de toda lógica.

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Manu llegó a San Antonio y el matrimonio perfecto se dio. La franquicia lo ayudó a desarrollarse, él ayudó a la organización a escribir su época más dorada, y juntos hicieron que la NBA, aquella cuna de superhéroes inalcanzables para Argentina, sea una cuestión de todos los días. Sí, ayudó que la tecnología avanzó y la liga penetró mucho más en los medios. Pero el impulso fue Manu. Ayudaron sus compañeros de la Generación Dorada que empezaron a llegar poco a poco. Pero ese interés renovado y masivo nació desde la presencia de alguien completamente especial. Alguien que hizo que San Antonio dejara de ser aquel santo relacionado a una canción conocida en el país, y pasara a ser la casa de todos los argentinos para la NBA. O, por qué no, un destino turístico y digno para invertir una moneda para cruzar de una punta a la otra del continente (ya entraremos en detalles). ¿Madrugadas frente a la TV para ver NBA? ¿Incluso días de fin de semana? ¿En el país del fútbol, el fútbol y más fútbol? Sí, Ginóbili lo logró.

Manu Ginóbili

También logró, por supuesto, ser un ejemplo para todos. Para sus pares, para otros deportistas, para verdaderas leyendas, para otras generaciones de basquetbolistas que le dieron continuidad al proceso de Selección nacional más maravilloso de todos los tiempos. Su combo perfecto, el de un jugador fuera de serie, con un carisma completamente especial y, sobre todo, con una ética de trabajo y valores insuperables que marcaron una carrera intachable, le permitió ser ése Manu. El que transmitió en un país la pasión y el gusto por aquel mundo de estrellas que parecía lejano.  

"Si bien vos me decís que yo les di mucho, y te agradezco, yo tengo que decirte que vos agarraste la posta. Que vos sos el representante argentino más grande en el mundo". Año 2005. En el recordado programa "La Noche del 10", Diego Armando Maradona, el ícono máximo de la historia del deporte argentino (uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos), le soltó esa frase en la cara a Ginóbili, invitado a su mesa. Hace unos meses, en una entrevista en Líbero (TyC Sports), reforzó su concepto: "Manu está por encima de todo. Es un fenómeno total, es el mejor deportista de la historia argentina". ¿Clarito, no?

Manu Ginobili

Patricio Garino es un miembro estable de la Selección Argentina desde 2015, pieza clave de la renovación y pilar del subcampeonato mundial en China 2019. En 2017 cumplió su sueño de debutar en la NBA de la mano de Orlando Magic, quien le permitió cerrar la campaña después de ver su gran nivel en Austin Spurs, la filial en la G-League de San Antonio. Pato llegó ahí tras hacer la pretemporada con los Spurs en 2016. Sí, con su ídolo Ginóbili, con otro de la renovación nacional como Nicolás Laprovittola y con los monstruos que los argentinos habían visto por TV. Y en su descripción de Manu se encuentran más motivos para explicar el matrimonio de la NBA con el país.

"No debería sorprender que la NBA y, sobre todo, San Antonio Spurs hayan llegado a lugares impensados como Argentina considerando lo que fue Ginóbili para nosotros. Y está claro que eso va mucho más allá del rol de jugador, que es incuestionable. Para nosotros como argentinos, Manu siempre fue un ídolo, un espejo donde mirar y un ejemplo a seguir por todo. El haber compartido tiempo con él en los Spurs y en la Selección Argentina me permitió conocer un poco más ese don como persona y compañero que lo hace especial. Manu fue y será siempre una súper estrella, pero detrás de eso hay un ser humano normal como cualquiera. Y eso es lo que atrae a la gente, lo que hizo que muchos empezaran a mirar más el básquet y la NBA por él. Es el gran ejemplo de deportista para tener como referencia, y su legado será imposible de borrar", le dijo el marplatense a NBA.com.

Garino también entiende el motivo de ver a Patty Mills, del otro lado del mundo, haciendo lo que hizo Manu pero en su Australia. Y Ginóbili, como eje de los Spurs, tiene su cuota de responsabilidad. "Patty es una persona positiva, alegre, divertida, simpática e ideal para todo grupo de trabajo. Es parte de ese ADN Spurs que tanto caracterizó a la franquicia en estos años, y en poco tiempo cerca te das cuenta lo que genera en el resto. Lo que destaco es que, como Manu, es y se muestra como una persona normal más allá del cartel como jugador. Y con esa cualidad, con simples gestos, unía al grupo. Con detalles como invitarte a tomar un café a algunos de los tantos lugares que conoce, ya que es algo que le encanta. Es una persona que llega mucho", lo define.

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Hay un nexo, está claro. "Son dos personalidades únicas y que se igualan a partir del carisma, del compromiso con el equipo, del hecho de ser queridos por los compañeros, respetados por los rivales, cada uno con sus estilos y salvando las diferencias. Además, lograron con sus selecciones y con el compromiso allí algo único que es bien de su esencia, la de dar todo por el equipo, tener conducta, ser perseverantes. Y son dos personas con mucho carácter, eso es lo que los identifica en el público de San Antonio", agregó Leo Montero, periodista de ESPN.

El público de San Antonio se identifica con Manu y Mills. El público de San Antonio, en definitiva, es el de Argentina y Australia. Éstos, a su vez, son parte del público de los Spurs. Una mezcla de palabras que parece insólita. ¿Una ciudad de Texas, un país de América del Sur y un monstruo de Oceanía, conectados por la NBA? Sí, y por dos deportistas que rompieron todo tipo de fronteras. El tiempo no debería hacernos perder de vista que esta cotidianidad de la NBA en Argentina, hace 20 años, era una locura.

Patty Mills, embajador de la NBA para Australia... y el mundo

Patty Mills

Cuando Patty Mills fue elegido con el #55 del Draft en 2009, los australianos apenas estaban empezando a dejar su marca en la NBA, pero era algo muy alejado a la rotación regular de jugadores que vemos hoy en día brillando a través del NBA League Pass. En ese momento, David Andersen y Nate Jawai estaban en la liga junto a Andrew Bogut, quien había sido elegido como #1 del Draft por los Milwaukee Bucks apenas tres años atrás.

Mills llegó a San Antonio en la temporada 2011-2012, y rápidamente se convirtió en un favorito de los aficionados por su estilo australiano que era marca registrada. Desfachatado, defensivo y con una mentalidad poniendo al equipo en primer lugar se han convertido en sellos de los australianos en la NBA, ya sea a través de Mills, Joe Ingles o Matthew Dellavedova.

Después del retiro del Big 3 de San Antonio, Mills dio un paso al frente como la voz de su vestuario al ser el único que se mantiene de su último campeonato en 2014. En definitiva, un rol que ha estado llevando adelante con su selección por alrededor de una década.

Hay otro factor que distingue a Mills. Su orgullo por representar a los Boomers siendo una voz de la comunidad indígena australiana, algo que estuvo en plena exposición en "La Noche Indígena" que llevaron adelante los Spurs en enero, que honró esa cultura alrededor del mundo, como así también su desempeño con Australia en el último Mundial de China 2019. Así, es simple ver que para mucha gente en Australia, los Spurs son su 'segundo equipo'. "Las incuestionables cualidades que le ofrece al equipo las pueden ver todos. Goleador en el Mundial, segundo máximo anotador en los Juegos Olímpicos, grandes jugadores en momentos clave... Eso es muy significativo", valoró Gaze.

"Pero más allá de eso está su compromiso para jugar, su deseo de representar a su país, en su caso sumado a otras cosas en la periferia del básquet en sí que son importantes para él, como el hecho de enviar un mensaje en relación a su herencia con la cultura aborigen. Todas esas cosas hacen que su voz sea aún más fuerte, porque a su increíble capacidad como jugador le suma su enorme orgullo por tratar de ayudar a que la gente sea más consciente de las causas indígenas y los desafíos que enfrentó y sigue enfrentando esa comunidad. Es una búsqueda de trata de unir y educar a una nación", agregó.

Mills, además, guarda una de las relaciones más especiales con Manu. "Ha sido una modelo a seguir perfecto para mí. Ojalá cada chico en todos los deportes puedan tener un modelo tan cercano como Manu lo fue para mí", señaló tras el retiro de Ginóbili, y añadió: "Estoy agradecido por haber tenido la suerte de ser su compañero, pero creo que lo mejor de lo que estoy agradecido y bendecido es de poder llamarlo amigo para toda la vida. Creo que eso es lo más importante que podemos sacar de jugar a este deporte".

Manu Ginobili, Patty Mills

De la utopía a la magia: la conexión fan-ídolo que rompió barreras

Manu Ginobili

Bernardo, para todos conocido como Baru, está cerca de los 36 años y, como todos los de su edad, sufrió la falta de material NBA en Argentina siendo un niño, todo un problema para alguien que todavía no sabe el motivo de su gusto por la NBA en una familia que no era del palo del básquet en su Lobería natal. Intentó consumir la liga de la manera que fuera: el clásico programa de Adrián Paenza, algún informe fugaz en SportsCenter, revistas que llegaban desde España un par de meses después de su publicación... Hasta se armó un diario de la temporada, con recortes de periódicos, para aquel Orlando Magic de Shaquille O'Neal y Penny Hardaway (su primer gran amor NBA) que llegó hasta las Finales de 1995 contra Houston Rockets. A los 12 años empezó a decir que su sueño era ir a ver un partido NBA. Pero lo que vendría superaría cualquier deseo.

Habíamos dicho que imaginar un argentino en la NBA era bastante extraño, y ni hablar pensar en una carrera como la de Manu. Pero cuando Ginóbili comenzó a hacer ruido en Europa, Baru lo empezó a seguir con más atención y pensó que esa forma de jugar, rápida, atrevida, con fantasías, podía acercarlo a Estados Unidos. Cuando el bahiense llegó a San Antonio tenía una web oficial que contenía un foro. "Ahí encontré con quién hablar de mi fanatismo por la liga y en especial por Manu, quien entraba al foro de vez en cuando y comentaba. Era una especie de conexión con un ídolo. Ahí también conocí gente, de manera virtual, del país, de argentinos en otros países o incluso de Estados Unidos y Latinoamérica. En épocas sin redes sociales, el foro era el punto de encuentro entre los fanáticos", relata para NBA.com.

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La llegada de las redes sociales apagó el fuego del foro, donde "había gente que sabía mucho, que compartía fotos, videos y estadísticas que no se veían en muchos lados, y era gente normal", según Baru. Entonces, llegó una idea: "Se me ocurrió pasar todo eso a las redes sociales, que era donde la gente empezaba a pasar más tiempo". Y después, una jugada sin expectativa pero que sería el click: "Un conocido de un conocido me pasó un supuesto mail de él. Las chances de que fuera eran bajas, pero me animé y le mandé un mail contando esa idea de pasar toda la información a Twitter, y si quizás tenía su aval o algo así. Mandé el mail sin mucha esperanza de que respondiera, pero ocurrió la magia y llegó la respuesta. Manu dijo que a él se le había ocurrido lo mismo, y preguntó si alguno de los chicos del foro se animaba a hacerlo. Imaginate la emoción que tuve cuando vi un mail en la bandeja de entrada. Emoción, nervios... Un ataque de locura", recuerda.

Así comenzó @InfoManu, entre 2010 y 2011, con Baru y otros tres chicos que había conocido en el foro. De los 300 ó 400 seguidores del inicio, al salto a los casi 5.000 en un día después de que Manu escribiera en sus propias cuentas (Twitter y Facebook) recomendándolos. De los primeros posteos con algunas fotos, a la cobertura en vivo de partidos, mezclando la informalidad del lado del aficionado, con la seriedad que Manu merecía. Y así, casi sin quererlo, el ídolo se acercaba. De hecho, hubo un momento mágico que Baru rememora: "En 2012, 15 minutos después de quedar eliminados en la final de Conferencia contra Oklahoma City, nos llegó un mensaje privado de Manu agradeciendo que lo habíamos acompañado durante la temporada, que se había sentido muy bien. Recién eliminado. Juro que lloré".

Y aquel chico que soñaba con ver un partido NBA, un día conoció a una leyenda. Tras perder las Finales del 2013 contra Miami, Ginóbili regresó a Argentina y realizó una carrera solidaria en Bahía Blanca, con el detalle de haber invitado a Baru para ser parte de la organización. "Ahí lo conocí por primera vez en persona. El tipo fue espectacular. Yo era el único ajeno a su círculo íntimo, pero me trataron como a uno más. Compartí almuerzos, cenas, chistes... Fue increíble. A partir de ese fin de semana aumentó un montón la confianza y nos empezamos a hacer como conocidos", señala.

Faltaba la frutilla del postre, claro. El sueño. Baru juntó el dinero como pudo y, en marzo siguiente, se fue a San Antonio. Y Ginóbili, la persona por encima del jugador, lo hizo aún más especial: "Me invitó las entradas en fila 5 ó 6, fui al vestuario, me presentó jugadores, hablé con él en la mismísima cancha, me presentó a los periodistas en San Antonio, fui a uno de los entrenamientos... Yo estaba en Disney", grafica quien, años después, hasta recibiría a Ginóbili en Puerto Madryn, su ciudad actual, y compartirían momentos de las vacaciones de Manu. Más aún, Ginóbili lo invitó a jugar un partidito que, a esta altura, parece surrealismo puro. Ni hablar si pensamos que @InfoManu terminaría, junto a una agencia de viajes, organizando cuatro viajes grupales de unas 20 personas a San Antonio para ver a Ginóbili y los Spurs. "Conseguimos que el grupo tenga hasta una hora libre en la cancha de San Antonio antes de los partidos, que se disfrutó un montón... En San Antonio fue revolución, porque inventaron canciones como un grupo bien a lo argentino. A ellos les hacían notas allá", detalla.

Manu Ginobili

La situación, sin dudas, es de esas que imponen un "ver para creer". Pero pasó. Y pasó porque Manu es especial. "Para mí, lo más importante es el carisma que tiene, el acercamiento con la gente, el arrimarse partido a partido a sacarse fotos, el respeto y la coherencia que ha tenido y tiene en su vida. Su carisma y buena onda lo distinguen en un mundo NBA donde es más frío todo. El espíritu latino lo hizo único. Y la gente también lo quiere porque es un hombre emocional, más allá de su frialdad en las decisiones y en su vida. La gente lo mira como alguien normal y emocional, que se enoja, se alegra, grita, habla, ayuda a los compañeros. Por ahí viene la conexión con la gente. Es un extraterrestre dentro de lo normal, pero que se une a la gente", cierra Baru, ese chico que jamás soñó lo que terminó viviendo.

Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.

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