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Entrevista con Sergio Hernández: "Me gustaría estar adentro de un equipo NBA, trabajar y vivir ese mundo único"

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Como es habitual en cada edición, la NBA aprovecha el fin de semana del All-Star Game para realizar algunas invitaciones especiales a muchas personalidades que, incluso, exceden el deporte. Momentos para que se sientan parte de una fiesta que trasciende el juego y que es cada vez más global. Sergio Hernández tuvo el honor de sumarse para Chicago 2020, que terminó siendo una cita realmente fantástica e histórica, con condimentos que quedarán para siempre en la retina de todos.

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El entrenador de la Selección Argentina pudo, de cierta manera, volver el tiempo atrás. "En el baúl de los recuerdos, el All-Star está entre las cosas que nadie se perdía ni loco", suelta Oveja, mano a mano con NBA Argentina, antes de una definición poderosa: "Estando acá en persona, después de muchos años y de incluso haber jugado contra estos jugadores muchas veces, la NBA aún así no deja de sorprenderte. El All-Star es más que lo que se ve en la cancha en esas horas. Es el entorno, la cantidad de actividades que hay, las posibilidades que te ofrece de convivir con mucha gente. Yo fui uno de los miles de invitados que tuvo la NBA a nivel internacional, entonces estoy permanentemente en contacto con gente que conozco y que no conocía, con la que puedo intercambiar cosas. La NBA son los mejores anfitriones que existen en el mundo, te hacen sentir parte de su familia automáticamente".

El All-Star y su encanto quedan por un momento a un lado. Es que el presente y, sobre todo, el futuro de Oveja se ponen sobre la mesa ante lo que ya es un hecho: los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 serán su último torneo con la Selección Argentina, con la que acaba de conseguir el subcampeonato del Mundial China 2019.

"Cuando me lo preguntan, lo digo y no lo oculto. No ando con una pancarta que diga que me voy después de Tokio, porque tampoco es tan importante si me voy o no. Hay muchos entrenadores capacitados para dirigir a la Selección Argentina, así que estoy feliz. Lo que pasa es que yo nunca digo nada demasiado determinante. Sí digo que mi idea después de Tokio es salir de la Selección".

-¿Por qué?

-No es porque no esté cómodo o no me guste. Me encanta. Pero todavía tengo cierta energía e ilusión de hacer algo diferente a lo que hice durante mi carrera, como dirigir en Europa, venir a la NBA a un Staff o cuerpo técnico. Eso es más complicado pero bueno, también lo es en Europa, porque yo hay cosas que ya no haría. Uno de la NBA podría decir "venís con pretensiones". Y sí, lamentablemente sí. Algunas veces he tenido alguna conversación inicial y lo primero que le he dicho es que para algunas cosas no contaran conmigo. No me voy a meter en un laboratorio a editar videos durante 8 horas por día. Admiro muchísimo a los que lo hacen y los necesito y valoro muchísimo esos roles. Pero yo no sirvo para eso, no serví casi nunca, ni cuando era joven. 

-Cuando agarraste la Selección full-time, habías dicho que necesitabas salir de la rutina. ¿Hoy necesitás volver a eso? 

-No sé si lo necesito. Pero yo soy entrenador de básquet y la verdad es que creo que necesito un poco más de acción. El full-time te da demasiado tiempo libre a veces. Terminás dirigiendo 10 partidos al año o un poco más con las ventanas. Y el básquet es un deporte absolutamente dinámico, cambiante, y el entrenador tiene que estar con los jugadores... Yo te digo esto y no sé lo que va a pasar. Pero no quiero esquivar la pregunta. Mi idea hoy es terminar en Tokio y pasar a ser nuevamente un entrenador de clubes. ¿Qué puede pasar? No lo sé, porque también es muy probable que no aparezcan ofertas de las que yo quisiera tener y me puedo replantear la situación. 

-Volviendo a lo que mencionaste antes, ¿te gustaría ser parte de un Staff de entrenadores de la NBA?

-La NBA me ha hecho muchas invitaciones a las que no he podido ir... El otro día Alvaro Martín me preguntaba si en algún futuro me gustaría ser parte de la NBA. Y yo no necesito ser parte de un Staff para sentirme parte de la familia NBA, porque la NBA te lo hace sentir. Yo tengo amigos entrenadores NBA, gente en la organización que es amiga, y me tratan con un respecto y afecto tremendo, me ponen de igual a igual. Pero sí, me gustaría estar adentro de un equipo, trabajar y vivir un poco ese mundo único. La NBA es la mejor organización deportiva del mundo, no tengo ninguna duda de eso. 

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-¿Pudiste hablar con Pablo Prigioni de esto?

-Hace rato que no hablo. En estos días me encontré con Gersson Rosas, el GM, y me preguntaba "cuándo vas a venir a Minnesota". "Y, cuando baje el frío", le respondí (risas). Me tengo que hacer un hueco para ir, pero con Pablo tengo buena relación.

-¿Te imaginabas que no sólo esté tan insertado, sino que sea tan respetado por todos por su trabajo como asistente? 

-Sí, claro. Él es un crack, era un entrenador como jugador, de los casos que hay pocos. Mucha gente hace una relación directa de que si fuiste un gran jugador con lectura de juego, vas a ser un gran entrenador. Y no tiene nada que ver, son cosas diferentes. En Pablo se dio la casualidad de que fue un gran jugador y es un gran entrenador. Y no lo es porque fue un gran jugador. Terminó esa etapa y pum. La vida le dio dos talentos.

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Argentina

-¿Cuántas veces viste la final del Mundial?

-Ninguna, jamás. No me interesa verla. Si la necesito ver por trabajo, mis asistentes me harán una edición y la veré. Yo no miro cosas hacia atrás, tampoco lo hubiera hecho si la hubiéramos ganado. Yo no vi, por ejemplo, ni la semifinal que perdimos contra España en Japón 2006, ni el partido contra Lituania por el bronce olímpico en 2008, ni los partidos recientes contra Serbia y Francia que fueron históricos y los ganamos. Es una característica mía, no me sale verlos. 

-Casi 6 meses después, ¿pudiste dimensionar un poco mejor lo que consiguieron, hay otra percepción?

-Lo primero es que no existen las casualidades. Sí puede haber sido una sorpresa por cómo jugábamos, por llegar a la final invictos y por el camino, que fue durísimo. Nosotros jugamos a un nivel altísimo, y eso sí pudo haber sido sorpresa. Pero el equipo estaba bien, y tenía y tiene personal. Lo que pasa es que todavía no eran nombres propios muy poderosos a nivel mundial. Pero bueno, más allá de eso hay algo que impacta. Yo vivo en Buenos Aires, que es una ciudad ajena al básquet totalmente. Lo que viví cuando llegué a Buenos Aires, y lo que sigo viviendo, no lo viví nunca, ni siquiera con la Generación Dorada. El impacto que tuvo este equipo con este Mundial para la gente que no seguía al básquet yo nunca lo vi. 

-¿Por qué pensás que se dio así?

-Se combinaron varias cosas. Argentina estaba en un momento en el que necesitaba algo, una alegría, necesitaba a alguien que despertara emoción, que sea un equipo con compromiso, con amor por lo que hace. Eso se fue despertando. Al principio era solo de los basquetboleros, cuando le ganamos a Serbia se despertó medio país más, y creo que la final la vieron dos millones de personas más de las que ve un partido normal. En España fue el más visto de la historia. 

-Sabiendo como somos los argentinos, ¿todo esto no puede jugar de otra manera rumbo a Tokio? Quizás se puede empezar a "exigir" más desde los resultados...

-Eso es un problema del otro. Nosotros tenemos que ir a jugar el mejor básquet que podamos. De hecho, la gran característica de este equipo es que se concentra más en el juego, es más obsesivo por mejorar su juego que en el resultado con el otro. Esto se lee como lírico, pero es nuestra carta para ganar. Nos gusta más ganar que comer, a todos, a los argentinos en general. Nos gusta tanto ganar que hacemos lo que sea para ganar.

-¿Y en este caso qué sería eso?

-Pensar varias cosas. Nosotros no tenemos el biotipo para enfrentar a las grandes potencias, somos más pequeños, menos atléticos, menos fuertes y menos rápidos. Además, tenemos menos jugadores. Queremos ganar igual, entonces ¿cómo hacemos? Bueno, la única manera es que seas inteligente, veas de qué manera podés jugar, crees una identidad a partir de lo que tenés, no llores lo que no tenés... Es lo que venimos haciendo hace muchos años: bloques defensivos lo más alto posible porque lo que buscamos es que el rival llegue lo más tarde posible a posiciones cerca del aro. O el ataque rápido como primera arma, porque si nos estacionamos al cinco contra cinco bajamos a 62 puntos a nivel internacional. Somos tan competitivos que todos los egos que están dando vueltas los vamos a poner al servicio de una sola causa. Y nos concentramos mucho en la ciencia del juego, en saber bien qué es lo que tenemos que hacer para ganar, porque tenemos cero margen de error. Nosotros no podemos ir a ganar un partido con huevos, no nos alcanza, lo perdemos. No podemos ir a ganar un partido sólo con tiros de tres puntos. Entonces estamos tan enfocados en el detalle del juego que somos peligrosos por eso. Entendemos que podemos perder. Cuando un equipo pierde el miedo a perder, se pone más ganador que nunca. Y este equipo lo sabe hacer. 

Campazzo

Facundo Campazzo y la NBA

-Yo no tengo duda que tiene material. De hecho juega contra jugadores NBA sin problemas, compite. Ya cuando sos de los mejores bases de Europa no hay muchas dudas. Además, él tiene ciertas características que acá vienen bien. Juega bien con espacios, es un enorme pasador de balón, puede anotar puntos, defiende como un caballo, es competitivo, se anima, no se achica ante el contrario. Tiene todas las posibilidades. Pero no nos olvidemos que él está en el Real Madrid, ganando mucho dinero, con una cláusula de salida alta que la tendría que pagar de su bolsillo... Hay un montón de cosas. Si él no jugara en el Madrid, él ya estaría acá, sin duda.

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Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.

Autor/es
Juan Estevez Photo

Juan es productor de contenido en las ediciones en español de The Sporting News.