Stephen Silas y la sincronización con el proyecto de Houston Rockets

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Tanto les impresionó en su día que consiguió colarse en la conversación junto al gran favorito. La apuesta final de Houston Rockets fue Mike D'Antoni, entonces visto como un movimiento de alto riesgo. Aquellos Rockets parecían destinados a anotar 120 puntos cada partido y recibir 140. Pero no, no fue así. La era D'Antoni terminó sin título, pero lo hizo tras cuatro/cinco temporadas con la etiqueta de candidatos.

También debe quedar en el registro de estos Rockets, los de D'Antoni y Morey, que fueron los que más cerca estuvieron de ganar a los mejores Warriors de la historia en su máximo esplendor. En 2016 no estaba Kevin Durant y en 2019 jugaron las Finales con las lesiones del propio KD y Klay Thompson. Houston en 2018 se quedó más cerca que nadie. Poca gente recuerda al segundo, pero en este caso lo merecen.

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Por eso, responder a la pregunta de quién debía ser el entrenador de los Rockets para los próximos años es meterse en un jardín muy complicado. Por un lado, el mercado ofrece lo que ofrece. No hay grandes nombres y estos años son de transición entre los entrenadores que empiezan a quedar desfasados y los asistentes que surgen como completos desconocidos para el público general.

Stephen Silas pertenece al segundo grupo, aunque por supuesto no se trata de una mera casualidad. Fue precisamente hace cuatro años, cuando los Rockets buscaban nuevo entrenador, que el entonces asistente de Charlotte Hornets gustó muchísimo a la directiva de Houston. En 2016 ganó D'Antoni, en 2020 Silas es elegido como su sucesor.

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¿Qué buscaban los Rockets en su nuevo entrenador? Esta pregunta esconde mucho más. A la salida de D'Antoni se sumaba también la de Morey, el GM del equipo los últimos 13 años. Es el final de una época en Houston, pero también la continuidad de las ideas. Siempre han sido de apostar fuerte en traspasos, algo que Morey incentivó, pero no inventó en Texas. Y sigue estando James Harden, aunque la situación es distinta a cuando contrataron a D'Antoni.

En 2016 las expectativas alrededor del equipo eran bajas. Sí, estaba Harden, pero se confiaba poco en el nivel defensivo que podían alcanzar, además de faltar apoyos en ataque. Sin embargo, ahora la historia es diferente. D'Antoni llegaba con un currículum excelente manchado por sus últimos años y con las previas de temporada situando a los Rockets fuera de Playoffs. Silas consigue su primera oportunidad como entrenador jefe para entrenar a un Harden de 31 años y con el objetivo de revitalizar un proyecto que agota sus opciones de ser candidato real.

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Rafael Stone y Eli Witus, junto a otros miembros de la directiva de la franquicia, eran conocedores de la situación de Morey. Sabían que podía marcharse, por lo que arrancaron el periodo de búsqueda de entrenador mirando al medio plazo. Es pensar en el siguiente nombre que dirigirá las riendas, pero también, si no hay un despido anticipado, podría ser el último entrenador de Harden en Houston.

No tenían en mente ir a por un gurú defensivo o buscar al nuevo revolucionador tras D'Antoni. En Houston querían traer a un tipo con talento, alguien con mucha inteligencia acerca del básquet. Y su elección es uno de los asistentes de mayor renombre, el principal encargado de la ofensiva de Dallas y, ante todo, un hombre que quiere comerse el mundo en su primer puesto de entrenador jefe.

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Según señalan en The Athletic, Silas mostró unas ganas enormes de conseguir el trabajo. Tuvo que demostrar en sus primeros años como asistente que no estaba ahí por su padre, Paul Silas, quién le dio su primera oportunidad en Charlotte en el 2000. Dos décadas después obtiene su merecida recompensa, pero el trabajo no ha hecho más que empezar.

Los Mavericks fueron el mejor ataque de la NBA la pasada temporada y terminaron con el mejor ratio ofensivo de la historia. Sin Luka Doncic hubiese sido imposible, pero ese ataque es más que el esloveno. Son los espacios, la eliminación del poste bajo, las líneas de corte para atacar el aro sin balón, el juego en pick&roll de Doncic y el tiro de tres. Y Stephen Silas está detrás de todo esto, como mente al lado de Rick Carlisle y complemento a su más fría personalidad.

El mayor contratiempo para Silas es que Houston se encuentra en un punto complicado. Sin espacio salarial, debilitados en rondas del Draft por diferentes traspasos y con un plantel cuya edad media del núcleo principal supera los 30 años. A Silas le pedirán éxitos en Playoffs, algo que con este plantel y el margen de mejora que tienen quizás es pedir demasiado.

Falta saber qué harán los Rockets esta offseason. Salvo traspaso de Westbrook, algo a priori fuera del mapa, la única opción de cambiar -y puede que sin mejorar- es mover a Eric Gordon. Así, la principal tarea de Silas será buscar el encaje ideal entre Harden y Russell, hacer que Westbrook sea un factor diferencial positivo en Playoffs. Misión ambiciosa para un entrenador novato.

Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.

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